Capítulo 60

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El día siguiente fuimos temprano a casa de Mamá y Papá, en cuanto ambas se vieron se abrazaron y empezaron a cuchichear como simples adolescentes, yo por mi lado me puse al lado del viejo para verlas conversar en el muy cuidado jardín de Mamá.

—Mi muchacho esta por casarse, eso sí que me hace feliz. —Sonrió mi Papá al poner su mano en mi hombro.

—No es para tanto viejo.

—Claro que si lo es, desde el cómo te trato aquella tipa, temía que no quisieras comprometerte de nuevo, pero bueno, Rena cambio todo eso. ven, ellas estarán un buen rato planeando todo, mejor nos vamos tú y yo a hacer otra cosa.

— ¿Otra cosa?

—Vamos a la concesionaria, hoy compraras tu auto.

— ¡¿Hoy!?

—Sí, ya es el momento, te vas a casar. Solo para estar seguros, lo vamos a poner a nombre de tu mamá.

—Papá será absurdo que Rena se casara conmigo solo para divorciarse luego.

—Es mejor provenir que lamentar, ya fueron novios sí, pero quien sabe que pueda pasar cuando sean esposos.

—Haa... de acuerdo. Al menos será de mi elección cierto.

—Claro.

—Entonces, a la concesionaria Subaru que abrió hace poco.

Y con la música de Bat-Man de fondo, mi Papá y yo fuimos hasta el lugar, en su camioneta.

— ¿Estás seguro de que quieres un Subaru, Arthur, no es preferible aspirar a una camioneta familiar para tu familia?

—Sep, no voy a ser un Papá o un esposo clásico, seré uno con estilo.

—Haaa... de acuerdo, ¿Pero qué modelo?

—Ohh el modelo siempre lo he tenido en mente Papá, siempre ha rondado mi mente.

En cuanto llegamos fuimos las oficinas.

—Buenos días, que podemos hacer por ustedes.

—Mi muchacho quiere compara su primer Coche de agencia, eso nos trajo aquí hoy.

—Ohh ¿y ya tienes un modelo en mente?

—Un Modelo WRX STI.

—Una buena lección para un joven y por lo que veo, futuro esposo

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—Una buena lección para un joven y por lo que veo, futuro esposo. Vengan por aquí, les mostraremos lo que tenemos en existencia.

Nos llevó hasta donde los tenían, y enseguida entramos, puse mis ojos en uno.

—Ese. —Mencione señalándolo con la mano.

—Tenía el presentimiento de que elegiría el de color gris.

—Seré claro, ¿cuánto?

—Es recién llegado, setenta mil.

— ¡CUANTO!

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