Capítulo 1.5

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La manada Sombría, que era la que dirigía Damien era la más grande del país, con un total de 6.952.600 km². Por lo que había investigado sus lobos, eran experto en combate cuerpo a cuerpo, estaba formada por 11 regiones, por lo que me había dicho Yina una de las omegas de la manada de Tyler, aquí la mayoría eran amargados y fríos.

Y lo comprobé cuando nadie me dirigió la palabra y solo me guiaron a la habitación más apartada del segundo piso, la cual tenía una ventana a la parte del bosque, después de acomodar todo y ponerme a trabajar en el computador, bajé para buscar algo de comida.

— Buenas noches – le dije a una señora que estaba terminado de lavar unos platos.

— ¿Qué quiere? – me respondió de forma cortante.

— ¿Quisiera algo de comida por favor?

— Esto no es un restaurante, la cena se sirve a las 7, ya paso la hora, así que se queda sin comida

— Puedo prepararme algo.

— La alacena y despensa ya están cerradas, así que no puede hacer nada.

— Pero debe haber algo por fuera.

— Mire niña, no sé quién sea, pero hay unas reglas establecidas, así que cúmplalas y salga de mi cocina.

— Yo soy la mate de Damien – dije para ver si tal cual como mi hermana todos hacían lo que ella decía solo por mencionar que era la mate de Tyler, pero la señora solo poso los ojos en mí y me miro con desagrado.

— La única compañera del alfa es mi niña Katia y usted no es ella.

Deje la cocina y trate de buscar a Damien por toda la casa, pero no lo encontré, pensé en salir a buscar fruta al bosque, pero no sabía que tan peligroso era el terreno para poder acoplarme.

Espere que todos se durmieran y cuando lo creí apropiado baja a la cocina, lleve un broche para intentar abrir las cerraduras de la alacena, dure un buen rato hasta que lo conseguí.

— ¿Qué haces? – dijo la voz que me erizo la piel, di la vuelta y Damien estaba apoyado en el marco de la puerta, tenía un buzo blanco y un pantalón oscuro con botas. Ese hombre sí que era guapo.

— Estoy consiguiendo comida - le dije mientras empezaba a sacar algo de la alacena, ese hombre me intimidaba, pero el hambre podía más.

— Hay horarios establecidos para comer.

— Si ya losé, pero antes no sabía – él se empezó a marchar, así que lo detuve antes de que se fuera – espera.

— ¿Qué quieres?

— ¿Quiero que hablemos y nos conozcamos mejor?

— No tengo tiempo, niña.

— Pero eres mi mate.

— Eso no quiere decir que sea lo que yo quiero – después se fue dejándome en la cocina.

Termine de comerme un paquete de galletas con jugo, por suerte el refrigerador no tenía clave o algo así.

La semana transcurrió sin saber noticias de Damien, solo me lo topaba en las horas de la comida donde él se presentaba, pero me ignoraba.

Uno que otra persona se empezó acercar a mí y me preguntaban quién era cuando decía que era la mate del alfa, no lo podían creer y siempre mencionaban a esa tal Katia y cuando pasaba cerca de grupos pequeños había bullicios.

Intentaba ayudar en lo que más podía, así que tenían una escuela para niños, les propuse enseñar sobre ciencias básicas y aceptaron, con los niños era más fácil, todos interactuaban y me alegraban los días, siempre quise ser profesora y lo estaba consiguiendo con estos pequeños niños todos bellos.

— Gatias maesta, feliz día.

— Que tengas un buen día Juan.

— Gracias Leilani, por enseñar a nuestros hijos.

— Me encanta enseñar.

— Ellos están felices contigo, dice que eres una princesa mágica.

Después de terminar mis clases del día, observé que el hombre guapo se dirigía hacia el lado oeste de la manada, así que lo seguí y al parecer iba hacia un entrenamiento, lo observé desde la distancia porque los demás lobos me miraban como intrusa.

Quería conquistar al hombre guapo, él era mi otra mitad y la romántica que hay en mí daba saltos de alegría de por fin haberlo conocido, así él fuera una persona distante conmigo.

Cuando ya tomé más confianza en la manada lo empecé a seguir en los entrenamientos, pero mantenía la distancia porque estos lobos sí que se tomaban en serio su entrenamiento y los golpes que producían en sus batallas eran fuertes, cuando cuerpo a cuerpo chocaban era como si dos masas de hierro colacionaran.

— Si sigues acechando al alfa se va a enojar – dijo una voz a mi espalda asustándome, así que grite.

— Que susto me diste.

— Si me di cuenta – sonrió con descaro mientras me veía de pies a cabezas.

— Mucho gusto, mi nombre es Boris Semiónov, soy el Beta de la manada.

Era corpulento, de tez blanca, ojos azules penetrantes y cabello rubio, tenía una personalidad amenazante.

— El mío es Leilani O'Brien Brown.

— Tu nombre es lindo, ¿cuántos años tienes Leilani?

— 18 años – él sonrió de forma intimidante – ¿pasa algo con mi edad?

— Eres muy pequeña para el alfa.

— Solo nos llevamos 10 años, además la edad es solo un número.

— Eres terca vas a sufrir.

— Soy persistente – se rio con burla de mi repuesta.

— Quieres venir esta noche a la fogata.

— ¿Fogata?

— Sí, todas las manadas la realizan, de vez en cuando esta noche a las 8 hay una, se desarrollará ahí – señalo un claro al pie del bosque.

— Y que hacen en las fogatas.

— Contamos historias y nos divertimos un rato.

— Está bien ahí, estaré, me parece interesante – me quería ir, así que me despedí de él.

— Adiós Boris.

— Debes decirme Beta – tenso la mandíbula.

— Está bien, entonces adiós Beta.

— Adiós Leilani – lo dijo en tono seco.

— Adiós Leilani – lo dijo en tono seco

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2. El alfa sombríoWhere stories live. Discover now