Capítulo 3.11

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Perdón la demora pero casi que no me desocupo un poco

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Damien

Todo está preparado para nuestro ingreso al hotel, así que cuando los hombres de seguridad inspeccionaron que todo estaba en perfecto estado, dejaron nuestras maletas y nos dieron las indicaciones para que avanzáramos. Impulse a Leilani para que siguiera, pero ella permaneció estática en el umbral de la puerta.

— ¿Por qué no ingresas? – le dije para que continuara.

— Tienes que alzarme – aseguro mientras me volteaba a mirar.

— ¿No entiendo por qué? – le pregunté desconcertado. A lo mejor estaba cansada.

— Tradición. Antes de cruzar el umbral tienes que cargarme. En la antigüedad se cargaba a su recién esposa, para proterla de los malos espíritus. Los Romanos creían que los malos espíritus se alojaban en los umbrales de puertas y que la novia era más vulnerable ante ellos el día de su boda, para evitar que tocara el suelo, el novio la protegía cargándola en sus brazos al entrar — me aseguro con voz decidida.

— Tú no eres vulnerable, ni débil, eres más fuerte que yo – le asegure mientras la miraba y detallaba sus facciones, ella solo me miro para seguir explicándome.

— Actualmente, se conserva la tradición y se realiza con el fin de mostrar una equidad en la pareja. Pues se dice que quien, entre primero al nuevo hogar, será quien lleve las riendas del matrimonio, entonces, el entrar en brazos con la novia, implica que lo están haciendo al mismo tiempo, por lo que ambos tendrán el mismo liderazgo— aseguro mientras me miraba esperanzada. Mi esposa parecía una biblioteca andante.

— ¿Es necesario? – pregunté no muy seguro de ese acto cultural.

— Sí – me dijo con una radiante sonrisa.

— Bien – dije con resignación mientras la tomaba en mis brazos y ella solo me rodeo con sus manos para ganar más estabilidad.

Cuando ingresamos al lugar, un camino de pétalos de rosas rojas nos guiaba hacia la cama, donde se encontraba un corazón formado con pétalos de rosas y velas que iluminaban el camino, cuando pedí una habitación para noche de bodas no me imagine esta ñoñería. Pero los ojos iluminados de Leilani hicieron que recapacitara sobre la buena decisión que había tomado.

— Esto está hermoso – dijo con emoción mientras se le aguaban los ojos.

La deje en el suelo, mientras ella recorría todo el lugar con emoción y yo solo me retire mi saco y empecé a quitarme mi corbata.

— El jacuzzi también está decorado y preparado – dijo con emoción, mientras traía dos copas de champán en la mano y me entregaba una.

— Por nuestra nueva vida de casados – dijo mientras juntaba nuestras copas.

— Por una vida entera al lado de la mujer que me robo el corazón – le dije para continuar el brindis y sus deslumbrantes ojos solo brillaron con más emoción.

— Te amo – me dijo mientras me miraba con adoración y dejaba su copa a un lado y yo hacía lo mismo con la mía, viéndola de forma detallada, sin perder un solo detalle de sus movimientos. Me encantaba que a pesar de todo, ella me seguí viéndome como si fuera lo mejor que le había pasado.

— Te amo, señora Manrique – le dije mientras, me acercaba a ella y reclamaba de forma exigente su boca.

Ella solo me rodeo con sus brazos y yo lo sonreí mientras me soltaba y me ubicaba en su espalda. Dejé besos en su cuello y empecé a bajar el cierre de su vestido, mientras esta caía de forma sutil en el suelo, Leilani solo me volteo a mirar mientras salía del vestido y la mujer más sexi quedaba ante mis ojos, con lencería blanca con lila y unas medias blancas y ligueras que me dejaban sin aliento. El corcel acentuaba su figura y pronunciaba sus pechos, mientras que su diminuta tanga encajaba perfectamente con su cuerpo.

2. El alfa sombríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora