Capítulo 3.43

21.7K 1.2K 118
                                    

 Mi bebe cada día crecía más y ya empezaba a notar mi pipita. Era muy lindo saber qué haba alguien creciendo dentro de mí que era producto del amor que nos teníamos Damien y yo.

— ¿Pasa algo? – preguntó Damien mientras entraba a la habitación y me encontraba viendo mi barriga en el espejo.

— No. Solo que mi pipita ya está creciendo – le dije con una sonrisa y él solo asintió.

— Venía por ti, porque ya salimos – dijo mientras se acercaba a mí.

— Si ya estoy lista - dije mientras tomaba mi bolso y Damien termino por tomar al señor purpler.

Salimos tomados de la mano hacia la camioneta. Así que solo nos subimos y Damien termino por cargarme en sus piernas, yo solo termine por acostarme sobre él y quedarme dormida.

Cuando me desperté tenía unas inmensas ganas de orinar y todavía nos faltaba medio camino para llegar a nuestro destino.

— Hombre guapo, tengo ganas de hacer chichis – le dije bajito en la oreja, para que nadie más escuchara.

— Ya casi llegamos – me dijo en tono suave.

— No aguanto – le dije con súplica.

— Detengan el auto – demando, así que estacionaron el auto a un costado de la carretera.

Me bajé deprisa y me acomodé detrás de un árbol. Damien solo me siguió mientras vigilaba que nadie estuviera mirando. A Damien le estaba costando aceptar mi embarazo, pero me imaginaba que era porque lo tomo muy por sorpresa, pero a pesar de eso no había salido con comentarios groseros o despreciándome, así que solo le tendría que tener mucha paciencia mientras asimilaba la noticia.

Terminamos por subirnos a la camioneta y después llegamos a Chitá una de las tantas regiones que tiene Damien. El lugar tenía unos hermosos prados, islotes de estepas y un lindo bosque boreal.

— ¿Era necesario que viniera? – le pregunté cuando vi que nos fuimos acercando al lugar.

— Si – dijo mientras me miraba de forma dulce.

— Eres un hombre guapo que le encantan los mimos – le dije con una sonrisa mientras le acariciaba el pelo.

— Solo me gustan tus mimos – me aseguro.

— Cuando tenga mi pipita más grande no te podré acompañar – le dije de forma dulce.

— Es cuando más me acompañas o bueno, siempre me acompañaras o simplemente no salgo – aseguro.

— Eres un exagerado – le dije con una sonrisa.

— Las dos veces que Santiago dejo a Rossan sola en la manada durante el embarazo de Darko fueron un desenlace de sucesos que la lastimaron. Primero le dieron unos latigazos y la segunda vez intentaron sacarle a la criatura – aseguro con un semblante serio.

— Pobre Rous – dije suave. Sin duda ella sí que había sufrido durante su primer embarazo todo porque las personas de esa manada no la querían— Pero en tu manada me quieren y es muy segura.

— No confió en nadie cuando se trata de tu cuidado. Así que no se discute más, señorita, donde yo este tú estarás – me aseguro.

— Si mandón – le dije con una sonrisa.

Era muy dulce que mi hombre guapo se preocupara por mí y mi bebe asegurándose de él mismo controlar mi seguridad. Leonid no se despegaba de mí desde que me volvió a cuidar y mi hombre guapo se había vuelto mucho más exigente con él.

Por suerte las diligencias que Damien tenía que realizar en Chitá fueron cortas y después partimos rumbo a Ekaterimburgo, donde mis hermanos me estaban esperando. Cuando llegue los abrace con emoción mientras que ellos solo me abrazaban de forma suave tratando de no presionar mucho mi pipita. Ested termino por llorar mientras veía mi barriga.

2. El alfa sombríoDove le storie prendono vita. Scoprilo ora