CAPÍTULO 11 .- tercer fragmento

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Alex se arrastraba dentro de una abertura que esperaba que lo condujera hacia la cueva donde estaba su hijo y sus sobrinos.

Cada vez la abertura se hacía menos estrecha y veía más claridad. Cuando al fin pudo estar de pie completamente corrió y casi se cae cuando chocó con algo en el suelo. Observó el bulto y se dio cuenta que no era una gran piedra como él creía, sino que era el cuerpo inerte de Jose.

—¡Jose! —Alex lo sujeto zarandeándolo.

Se dio cuenta que estaba muy lastimado, pero vivo. Al revisarlo algo lo dejo totalmente pasmado por algunos segundos.

Estaba marcado y aquella marca olía a Gabriela.

—¿Qué demonios ha pasado aquí?

Le dio inmediatamente una pócima a su amigo, lo cargó sobre su hombro y siguió el ruido distante que escuchaba.

Cuando llegó a la entrada principal encontró a sus sobrinos discutiendo acaloradamente.

—Si todo sale mal quedaré atrapado aquí —espetaba Liam casi a gritos—. Y no creo ser rival para el demonio de mi tío Alan, me va a dejar igual de loco que el pobre de Jose...

—Sería demasiado peligroso que bajes la montaña cargando a Jose —repuso Bael—. Te lanzará algo apenas se dé cuenta.

—¡Ustedes lo estarán distrayendo! —replicó Liam—. ¡Que Estefan lo electrocute mientras lo hago!

—¡Chicos!

Los cuatro voltearon y se sorprendieron demasiado al ver a su tío Alex. Este los abrazo lanzando sin querer a Jose al suelo. Le preguntaron cómo había llegado hasta ahí sin pasar por la barrera y Alex les explicó todo lo que pasaba afuera y como Jaime había descubierto una entrada trasera para la cueva.

—Es mejor irnos ahora —dijo Alex asustado por las explosiones más fuertes que provenían de afuera—. Tienen que esconderse de Alan hasta que Dylan y Catrina los reduzcan.

—Vete con Jose y Liam —dijo Estefan a su padre—. Nosotros nos quedaremos aquí para luchar contra Agares.

—¡¿Están locos?! —exclamó Alex—. Ustedes no son lo suficiente fuertes...

—Si lo somos —Gabriela señaló la entrada—. Puso una barrera y entre los tres pudimos romperla, nuestros tíos nos necesitan, no podrán sin nuestra fuerza.

Alex intentó debatir, pero Estefan volvió a abrazarlo.

—Papá —Estefan lo miró con pesar—. Tienes que dejarnos hacer esto, tienes que dejarme solo esta vez, ya podemos defendernos solos, ¿nos puedes entender?

Alex suspiró y respondió el abrazo con fuerza, beso la mejilla de su hijo y se separó de él.

—Me iré con Liam y Jose por el otro acceso —Alex lo miró con aflicción—. Prométanme que, si todo se sale de control, se irán inmediatamente.

Los tres asintieron.

—Cuídense tarados —les sonrió Liam—. No se mueran.

Alex volvió a cargar a Jose, Gabriela se acercó para acariciarle el rostro.




***





Un segundo, un pequeño y efímero segundo fue lo que Dylan llegó a tocar a Agares. Pero este lo lanzó tan fuerte que salió despedido a toda velocidad. Agares seguía luchando contra Catrina, mientras Dylan tomaba la última pócima que le quedaba, era la tercera vez que sentía que había estado a punto de ser asesinado por el demonio.

HEIRS OF THE RISING KINGDOMOù les histoires vivent. Découvrez maintenant