CAPÍTULO 25.- segundo fragmento

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Jose se derrumbó con la cabeza nublada después de llegar a la cúspide, miró al techo mientras su respiración volvía a su normalidad y la culpa lo embargaba.

—Soy débil.

Gabriela soltó una risotada.

—En tu defensa, no esperabas que apareciera totalmente desnuda en medio de la noche.

—Se supone que no te tocaría hasta que nos casemos.

—Eres muy ingenuo a pesar de ser muy mayor.

Jose gruño mientras Gabriela se arrullaba en su pecho desnudo.

—Pensé que estaba soñando —se lamentó Jose—, eres malvada.

Gabriela empezó a dejar pequeños besos húmedos por su pecho.

—Ya fueron 2 veces seguidas, hasta los hombres lobos nos cansamos ¿Sabes? —sonrió intentando detenerla—. Hablemos un poco...

—No quiero hablar —dijo Gabriela llegando a su cuello y empezando a besarlo—. Quiero lo que es mío, en cualquier momento podrían venir por nosotros, así que quiero pasar todo el tiempo que pueda contigo.

Gabriela atacó su boca y Jose entendió lo que estaba pasando.

Estaba asustada.

Ese día habían estado a punto de llevarse a Odette por poco y habían atacado a uno de sus amigos de la escuela. A ella siempre le gustaba proyectar fortaleza, pero Jose podía percibir esa inseguridad y miedo que sentía por perder a los que amaba.

La manera que Gabriela empezó a rozar el cuerpo de Jose hizo que su deseo se reactivara, la descarada de su mate sujeto sus manos y se las llevó a sus pechos que encajaban perfectamente en ellas.

—Bueno, una tercera vez no haría mal a nadie —se burlo Jose.

Jose se irguió quedando sentado con Gabriela encima de él y con un ágil movimiento empezó a penetrarla mientras apretaba sus senos y ella se arqueaba moviendo las caderas para recibirlo con mayor profundidad.

Soltó sus senos después de un rato y atrajo su cabeza con una mano para poder besarla. Con la otra apretó su trasero mientras Gabriela lo montaba con esmero.

Jose maldijo y bendijo a la vez. Quería quedarse allí junto a ella para siempre. Ese debía ser su paraíso personal.

Ella dejó de besarlo en la boca y volvió a su cuello, Jose la sujeto bien de las caderas para penetrarla con más fuerza, los gemidos erráticos de Gabriela siempre lo descontrolaban por completo.

Cuando empezó a sentir que ya iba a llegar a su punto clímax, Gabriela volvió a morderlo en su marca para reafirmarla, el dolor combinado con la cúspide de su placer lo derrumbó. Vio como las alas de Gabriela salieron y las garras demoniacas se incrustaron en su piel.

Los fluidos de cada uno se combinaron mientras Gabriela se degustaba de su sangre haciendo que su marca fuera más profunda. Jose le pidió a la diosa luna que, si iba a morir, esperaba morir de esa manera.

Gabriela soltó un sonido de un animal terrorífico que hubiera asustado a cualquiera, menos a Jose que se quedaba fascinado al ver las alas de su mate. Mientras está terminaba de degustar de él.

Jose sintió algo caliente recorrer desde su cuello a todo su cuerpo sacudiéndolo de dolor.

Mio...

Susurro Gabriela antes de ocultar sus alas y derrumbarse a su lado.

Jose empezó a regenerarse, pero volvió a sorprenderse por el ardor diferente que solían tener las heridas que Gabriela le hacía.

HEIRS OF THE RISING KINGDOMWhere stories live. Discover now