CAPÍTULO 30.- tercer fragmento

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Estefan daba un golpe tras otro, pero Alan los esquivaba con total facilidad mientras que su sobrino cada vez se ponía más furioso.

Alan se rió para sus adentros, había criado y entrenado a ese mocoso. Cada paso que daba, cada cosa aprendida y cada tropiezo lo había vivido a su lado. Lo conocía demasiado para saber que iba a hacer al segundo siguiente.

Estefan desplegó sus alas y le lanzó todas las plumas metálicas que pudo intentando electrocutarlo.

Sin embargo, Alan tenía un manejo de sus poderes muy superior al de Estefan, de un manotazo las plumas se esparcieron en el aire y Estefan fue impulsado hacia adelante siendo atrapado por su tío del cuello.

—Ya no son 5 contra mi —siseo Alan ahorcándolo—, y ya no estoy poseído mocoso, no intentes luchar si sabes que vas a perder, eso no es lo que te he enseñado.

Un rayo cayó directamente hacia ellos, Alan lanzó a Estefan e hizo un campo de fuego para evitar que el rayo lo tocara.

Su sobrino hizo aparecer varios espectros de electricidad que intentaron atacar a Alan, pero unos lobos de fuego más grandes y monstruosos de los que Estefan recordaba aparecieron para detenerlos.

Sin darse cuenta, cuatro espectros de fuego de formas humanoides aparecieron a su lado, parecidos a los que vio que tenían sujetado a Jose en la cueva donde los secuestró a todos.

Estefan intentó atacarlos, pero fueron más rápidos y con unos látigos que parecían mágicos lo sujetaron de cada extremidad de su cuerpo.

Alan apareció ante él y usó la misma magia para sellar sus labios.

—Aunque no lo creas yo si me alegro mucho de verte, mocoso ingrato —dijo Alan con una sonrisa burlona.

Estefan se sacudió furioso, intentando gritar y moverse sin poder hacerlo.

—¡Estefan!

Joon corrió hacia ellos.

—Hola joven Joon —dijo Alan con amabilidad—. Es un gusto verte después de tanto tiempo, ¿Qué tal tus vacaciones?

Joon llegó a ellos y vio totalmente asustado como cuatro seres demoníacos hechos de fuego tenían sujeto a Estefan con cuerdas brillantes y este se agitaba como poseído mirando con profundo odio a su tío.

—Señor...señor Alan... —dijo tragando saliva, sabía que no podría hacer nada contra el semidemonio, lo mataría con total facilidad—. ¿Po...po...podría liberar a Estefan?

—Lo siento Joven Joon —contestó Alan—, pero mi bendito sobrino intentara matarme y no escuchara lo que tengo que decirle.

Estefan se sacudía cada vez más y su aura demoniaca empezaba a salir.

Alan puso su mano en su pecho y lo torció.

—Por ahora no molestes Abaddon —habló Alan retirando la mano—. Solo quiero hablar con Estefan, cuando este se calme.

—¿Que...? —Joon lo miró consternado.

—Es un sello para su demonio —se explicó Alan—. Solo lo retendrá un rato.

—Por la diosa luna, ese niñato es tu retrato Alan, es exactamente igual a ti cuando estabas en la escuela...

Concetta llegó a ellos con Belial de la mano.

¿Papi... él es plimo? —preguntó el pequeño Belial.

Joon abrió mucho la boca estupefacto y hasta Estefan dejó de luchar para mirar al niño y a su tío respectivamente con las cejas alzadas.

HEIRS OF THE RISING KINGDOMWhere stories live. Discover now