CAPÍTULO 42.- tercer fragmento

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—¡No voy a dejar mi casa!

—Abuelo por favor —rogó la joven—. Nos van a atacar.

—He estado en una guerra y he sobrevivido 2 invasiones —gruñó el anciano—. Y jamás llegó hasta aquí, hubiera estado más cómodo si me quedaba en casa en ese entonces.

—¡Abuelo esto es diferente!

—¿Va a ver vampiros raros y deformes? —el anciano se cruzó de brazos—. ¿O alguna manada extranjera?, el rey se encargará como siempre, no te preocupes, apuesto que para mañana todo habrá terminado.

Bael aterrizó al ver que dos individuos no se movían de su casa junto a los demás que evacuaban.

—Ya deberían haber partido.

La joven le explicó la situación que sucedía en el lugar.

—Señor por favor... —intentó Bael.

—No me moveré —dijo el hombre terco—. Nací en esta casa y moriré en esta casa. Ustedes se encargarán de todo como siempre lo hace su majestad, sus padres habrán acabado con el enemigo antes del desayuno.

—Señor, sé que es difícil la idea de abandonar su hogar y aprecio la fe que pone en nosotros, pero...

—Ninguna loca extranjera me moverá de mi hogar, yo luche junto a tus admirables abuelos en la batalla contra los vampiros en América y he sido parte de la milicia muchos años antes de mi retiro —le interrumpió el anciano—, he visto las cosas que ha hecho tu padre, así que prefiero tomar una siesta mientras el príncipe Alan se transforma en su versión de satanás y aniquila a esa perra alemana.

Bael parpadeo intentando pensar en el modo de hacer entrar en razón al hombre.

Estaban en la puerta de aquella casa, Bael le dio un vistazo y noto que era de aquellas personas que ponían fotos de los reyes en la sala, un enorme cuadro de su abuelo, el Rey Evan ocupaba una gran parte de su pared.

—Qué tal si lo llevo a un lugar seguro y más cercano —ofreció Bael—. El centro militar no está muy lejos, mis abuelos están ahí y seguro que estarían encantados de recibirlo.

Bael supo que había acertado cuando los ojos del anciano se iluminaron.

—¿El gran Rey Evan está ahí? —pregunto emocionado—. ¿Ha vuelto de su retiro con su escuadrón?

Bael asintió.

—No lo sé, no soy digno de estar en su presencia —dijo el anciano negando con su cabeza.

—¡Abuelo! —su nieta exclamó enojada—. Si no vas a ahí le pediré al príncipe que te arrastre conmigo al refugio.

Al final Bael llevó al anciano con sus propios abuelos y la joven fue al refugio con sus demás vecinos.

El semidemonio sobrevoló por todas las calles y vecindades a las afueras de la ciudad. Vigilando que los ciudadanos evacuaran correctamente y sin problemas. Le sorprendió lo tranquila que estaban las personas, muchas de ellas tenían una seguridad de que su familia acabaría con el enemigo antes de que cante el gallo.

Bael empezaba recién sentir el peso de aquella fe en su espalda, una cosa era fantasear e idear planes de guerra, era distinto ver una de verdad y que, si perdías, aquellas personas que te veían sonrientes y esperanzadas podrían perderlo todo.

Hasta sus vidas.

Se encontró con Estefan que se había encargado de la evacuación de la misma ciudad, los dos aterrizaron en la azotea de un edificio.

—¿Terminaste? —preguntó Estefan.

—Si, los exteriores están desiertos y varios militares están revisando todo —respondió Bael.

HEIRS OF THE RISING KINGDOMWhere stories live. Discover now