CAPÍTULO 15.- segundo fragmento

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—Tienes que avisar —Concetta lo miró con ceño—. No puedes hacer esto tu solo Alan, sé que eres muy poderoso y todo, pero esto no solo iría en contra de los hombres lobos, esto iría contra la vida de cualquier ser viviente en la tierra.

—¿Crees que no lo sé?

—Tienes que hacer una reunión de manadas —Concetta empezaba a desesperarse—. Cada manada puede buscar en sus áreas correspondientes y...

—¡No se puede hacer eso! —Alan señaló los cuerpos de los hechiceros muertos—. Eso pondría de sobre aviso que iremos por ellos y también podría llegar a oídos de seres que los buscarían para sacarle provecho, ¿te imaginas un demonio bebe completo en manos equivocadas?

Concetta paró de caminar por aquel oscuro y terrible lugar, miró todo a su alrededor y sintió náuseas al ver aquellas mujeres muertas. Pero rápidamente el asco se convirtió en odio puro, como buena mujer loba empezó a sentir ese deber de vengar aquellas víctimas.

Miró a Alan y las preguntas empezaron a surgir en su cabeza con rapidez.

Alan pareció leerle el pensamiento.

—Ya sabes demasiado —dijo con un tono de amargura—. No sé en que he pensado en traerte aquí, debe ser porque siempre he hecho estas cosas acompañado, pero debo seguir solo Ceta, es mi tarea.

Concetta gruñó de frustración.

—Déjame ayudarte —dijo con desespero—. Yo ya no tengo nada por lo que deba seguir amarrada a mi manada, mi hijo esta grande y cursa su penúltimo año en la universidad real, así que está a salvo en el reino, mi mate murió hace algunos años y sé que soy un lastre para mi hermano, soy la hermana que se volvió loca. Tengo 46 años y nunca he hecho nada que valiera la pena, no como tú, no como ustedes. Es una de las razones de que siempre los molestaba, ustedes iban a hacer algo importante, sus vidas iban a significar algo para nuestra especie, en cambio yo, a pesar de ser muy lista, mi papel en mi manada se reduciría a procrear y ayudar de vez en cuando en mi manada. Alan por favor, déjame ayudarte, dame la oportunidad de servir en algo para el reino, para nuestra especie. Dame la oportunidad de hacer algo que de verdad signifique.

Alan cerró los ojos masajeándose las sienes.

Todo era una locura, arrastrar a Concetta a era demasiado arriesgado. Se enfrentarían a cosas más arriesgadas y eso la pondría en peligro. Aunque debía reconocer que ella le serviría de ayuda, recordaba que solía ser muy inteligente y le daba batalla a Jaime. Y eso era algo que no se podía pasar por alto.

Podría ayudarle a pasar desapercibido. Llegar a ese país desde la isla había sido una odisea, no podía volar con normalidad sin ser detectado por los humanos, ni tomar un avión o transporte sin papeles. Tal vez la ayuda de Concetta le facilitaría el trabajo.

Miro a Concetta, ella lo miraba con esos ojos negros grandes y llenos de decisión.

Maldijo mientras asentía, no le quedaba de otra se dijo a sí mismo para no sentir culpa.

—Lo más probable es que mueras.

—Estoy dispuesta a tomar ese riesgo.

Alan se acercó a ella.

—Tienes que entender que pondré mi misión por encima de tu vida —le dijo con gravedad—. Si tengo que dejarte morir, lo haré.

Concetta asintió con rigor.

—Creo que si estás loca.

Concetta sonrió.

—Si no fuera por mi hijo, no hubiera rechazado a mi mate en su lecho de muerte —dijo aun sonriendo, pero Alan noto la tristeza en su mirada—. Hubiera muerto a su lado. Ahora mi hijo no me necesita, así que la muerte ya no me asusta en lo absoluto, si tiene que suceder que así sea, y si es una muerte luchando por algo que vale la pena, mejor.

HEIRS OF THE RISING KINGDOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora