CAPÍTULO 35.- tercer fragmento

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—¡Papá ya basta! —Bael miraba ceñudo a su papá—. ¡Estás asustándola!

Alan miraba fijamente a Jessy.

Esta había estado en la cocina de la mansión francesa intentando prepararle una cena a Bael, ya que este le dijo que volvía en la noche.

—No sé... —Alan ladeo su cabeza mirando fijamente a Jessy, esta temblaba alzando un cucharón—. Hay algo en ella que se me hace familiar, pero no se...

Ya está, se dijo Jessy mentalmente, se dará cuenta de mi parecido con mi madre y será mi fin.

—La conociste en navidad —gruñó Bael intentando hacer retroceder a Alan—. Por eso se te hace familiar, ¡Papá deja de invadir su espacio personal!

Alan retrocedió un poco rindiéndose.

—Si, eso debe ser —hablo sacudiendo la cabeza—. La conocí en navidad y por eso se me hace conocida, si eso tiene sentido.

El mayor aclaró la garganta intentando recordar para que había ido a ese lugar.

—¡Es cierto! —de pronto se iluminó—. ¡¿Cómo es eso de que aceptaste la mano de alguien que ni siquiera sabías si realmente era tu mate?!

—¡¿No crees que deberías presentarte primero?! —exclamó Bael furioso.

Después de algunos gritos, Bael pudo presentar formalmente a su padre y viceversa. Jessy puso la mesa con ayuda de Bael y los tres cenaron juntos.

Alan empezó con su interrogatorio y Jessy tuvo que explicar lo que ya había explicado tantas veces. Lo que le alegró es que el padre de Bael parecía tan colérico, que no se detenía a analizar la explicación, al contrario del tío de Bael, el señor Jaime, que parecía intentar leer entre líneas cada palabra que decía Jessy.

El mayor reprendió a Jessy por ser tan confiada, asumió que Bael esperaría a que Jessy se transformara para casarse con ella. A lo que su hijo le respondió, de mala manera, que era una decisión que ellos dos tomarían con calma. Su padre le dijo que eran bobadas y que deseaba que le diera nietos lo antes posible.

Jessy jamás se había sentido tan avergonzada.

Algo que descolocó a Bael fue que Alan sacara una caja de terciopelo mediana de uno de los bolsillos de su uniforme real. Ya había visto ese tipo de cajas de terciopelo con anterioridad. Era una de las reliquias de su fallecida abuela.

—Fue uno de los collares favoritos de mi madre —habló Alan—. O eso dice mi padre, ya debes saber que no la conocí. Eres la futura esposa de mi hijo y madre de mis futuros nietos, serás una Hoffman, aunque prácticamente lo eres para mí ya. Te entrego este collar como él comienzo de todo. Bienvenida a la familia.

Jessy no pudo evitar sentir un nudo en la garganta.

Tomo el regalo con mucho cuidado, abrió la caja y se quedó sorprendida por el hermoso collar. Una especie de gota de plata con muchos detalles y el centro un diamante de un rojo tan profundo que a Jessy le hizo recordar al fuego.

—Déjame ponértelo —hablo Bael.

Su mate se paró y se lo puso con delicadeza mientras Jessy temblaba por su toque.

—Gracias papá —le dijo Bael a Alan muy conmovido.

Terminaron de cenar y Alan que ya estaba más calmado, alabo a Jessy por la cena y le dijo que cuando su familia volviera a su casa, lo que harían pronto porque no soportaría vivir más de dos días bajo el mismo techo que Dylan y Rosali, harían una cena familiar junto a Lucy para presentarlas formalmente.

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