CAPÍTULO 46.- primer fragmento

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Elizabeth se aferró al jefe de los hechiceros, que los mantenían firmes a pesar de que el maldito barco estaba elevándose.


Para su suerte, el movimiento no era lo suficientemente rápido. La vampiresa debía tener dificultades para movilizar tanta cantidad de agua.


—¿No pueden bloquear sus poderes? —preguntó Elizabeth a punto del colapso—. Si seguimos elevándonos, la caída será mortal.


—Nuestra magia tiene un límite —respondió el hechicero apartándose de ella—, parece que esta guerra está perdida, no tenemos al ángel, necesita al mate de su hija para terminar el hechizo y no creo que sea posible capturarlo sin que los otros semidemonios caigan sobre nosotros.


—Aún tenemos el plan de emergencia —bramo Elizabeth—, no podemos perder, ¡no puedo perder!


El hechicero frunció el ceño.


—Es un sacrificio terrible, demasiado oscuro y de consecuencias terroríficas para usted —espetó el hechicero—, y para su gente, no habrá nada que quede de ellos después de esto.


—¡Hágalo! —exclamó Elizabeth—, haga lo que tenga que hacer, ¡También procedamos con el cambio de alma de una vez!


—Sin la sangre del mate, es posible que el alma de su hija quede aún en su interior luchando con el de usted —le advirtió el hechicero.


—Si el plan de contingencia funciona, el mate no sobrevivirá —respondió Elizabeth—, entonces el alma de ella también moriría con él ¿no?


—Su alma también podría verse afectada —el hechicero jefe arrugó el rostro, a pesar de su alta edad aun no podía creer que alguien arriesgara su alma de ese modo—. Sin el vínculo roto, todo podría salir mal.


—Tengo la corazonada que no —Elizabeth miró decidida al hechicero—. Teníamos un trato, yo tomaba este Reino y yo les entregaba al ángel y compartía el poder con los hechiceros, ¿No necesitaban esta tierra santa con desespero?, es nuestra oportunidad, no la desperdiciemos, no ahora que estamos tan cerca de conseguir nuestro objetivo.


El anciano hechicero suspiro, pero al final asintió.


Miro hacia el hechicero más joven que le estaba asintiendo y lo llamó.


—Tráeme los implementos Gunnar —ordeno el hechicero jefe—. Rápido muchacho.


El hechicero de nombre Gunnar, el que había transportado a Jessy ahí condenándola con pesar, miró asombrado al hechicero mayor.


—¿Esto...está seguro?


—Si —asintió su jefe—, ¿no ves que estamos a punto de perder esto?, no nos queda de otra.


—Mi señor... —Gunnar miró a Elizabeth y después a su jefe—, esto ya está perdido, ¿Por qué no nos desaparecemos de aquí de una vez y dejamos a esa trastornada mujer para que lidie con ellos?, ya hemos perdido a varios de nuestros mejores hombres

HEIRS OF THE RISING KINGDOMWhere stories live. Discover now