CAPÍTULO 51.- primer fragmento

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Bastian efectivamente se desmayó.


Los sentimientos feroces que había sentido antes, durante y después de la sentencia de Kerim fueron demasiado para él, además que el calor terrible no había ayudado. Probablemente había quedado como un payaso enfrente de cientos de personas, pero Bastian no era precisamente el tipo de persona que le importa lo que otros piensen de él.


Cuando empezaba a tomar conciencia, pensó por algunos segundos que estaba soñando.


—Oye tarado —escucho la voz de Natsuki—. Eres un dramático del mal.


—Tal vez si lo beso, se despierte —escuchó decir a Auguste con malicia.


—Si lo besas te matare, maldito imbécil —escucho la voz de Kerim.


Bastian abrió inmediatamente los ojos cuando escuchó la voz de Kerim y no pudo evitar lanzarse a sus brazos. Estaban todos los futuros alfas solos en la tienda afuera del coliseo, junto al príncipe y su escuadrón.


Kerim lo abrazó con fuerza y desde el día que le confesó quién era, se dieron su segundo beso que tanto habían ansiado los dos.


—Por amor a la diosa luna, contrólense —escucharon a Natsuki.


—Creo que limpiaré mis ojos con cloro —dijo Auguste.


—¡Son tan lindos! —Escucharon a Deniska lloriquear—. ¡Yo también quiero un mate!


Bastian se separó de Kerim totalmente sonrojado, Kerim hundió su cabeza en su cuello.


—Pensé que no lo lograría —se rompió Kerim—, pensé que tendrías que rechazarme y moriría de dolor.


—Como si lo hubiéramos permitido —hablo Estefan con voz de autosuficiencia.


—Teníamos un plan de escape —sonrió Gabriela—, iba a soltar demonios mientras Bael y Estefan se iban volando con los dos.


—¿Su padre lo hubiera permitido? —preguntó Murat entre divertido y pasmado por aquella explicación.


—¿A quién crees que se le ocurrió? —hablo Bael negando con la cabeza—, no lo hizo él porque ya tiene varias infracciones a su haber.


—Creo que deberíamos dejarlos solos un rato —propuso Natsuki.


—No se demoren mucho, falta un juicio —habló Bael.


Bastian beso nuevamente a Kerim cuando todos los dejaron solos.


—Estás a salvo —le sonrió Bastian limpiándole las lágrimas—, todo estará bien desde ahora.


—No me había sentido tan avergonzado en la vida, como cuando te vi en el estrado siendo interrogado por cosas que tu no hiciste.

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