Catrina sobrevolaba y esquivaba todo lo que podía mientras que al mismo tiempo lanzaba grandes olas de agua para romper las cúpulas.
Había intentado tener control mental con los vampiros como lo logró hace muchos años atrás. Cuando sucedió la última invasión, cuando el vampiro antiguo y loco intentó capturarla y poseerla para tener más poder. Nombrándola la diosa sangre y así unir a todos los vampiros del mundo.
Aquella vez también había conocido vampiros metamorfos, monstruos sin voluntad o alma, originados de vampiros normales que solo tenían como fin matar y destruir.
Sin embargo, ahora era muy diferente, esta vez podía sentir las almas en los vampiros, pero alguien más los estaba controlando. Era fácil deducir que eran los hechiceros. Estos estaban usando lazos mágicos para controlar a los vampiros y seguramente también sellaron la conexión con Catrina.
Lo que a Catrina le sorprendía, era la manera en cómo los estaban usando. No eran un ejército como el que tenía Oliver, eran carnada, los estaban usando como sacrificios y Catrina no entendía porque los vampiros habían accedido a algo así.
¿Esta causa en que los beneficiaba? Aparte de a Elizabeth ¿Por qué los vampiros y los hechiceros harían todo esto por ella? ¿Qué les había prometido Elizabeth a cambio?
Otro arpón parecido al que ataco a Gabriela apareció de la nada directo a ella y estuvo a nada de también dañarla. Si esa arma es capaz de matar demonios, seguramente también podría matarla a ella.
Una bomba apareció sorpresivamente cuando esquivó al arpón, no logró a esquivar esta vez el segundo contraataque y salió despedida hacia atrás.
Intentó no dañar a nadie de su ejército al caer, pero no pudo evitar impactar contra dos lobos que afortunadamente no salieron heridos.
Cuando estaba recomponiéndose apareció Alan.
—¿Están bien? —preguntó Alan acercándose.
Catrina asintió ayudando a uno de los lobos que impactó mientras Alan ayudaba al otro.
—¿Gabriela?
—Estefan ha ido con Dylan para llevarla ante Liam —explico rápidamente Alan—, creen que puedan curarla.
—Y así será —asintió Catrina—. Estará bien.
—Tenemos que acabar de una vez por todas con ella —gruño Alan mirando en dirección de los barcos—, no podemos dejar que siga jugando con nosotros, es como si estuviera lista para todos nuestros movimientos.
—Ha tenido años para estudiarnos —caviló Catrina—, en ese caso no podemos actuar como solemos hacerlo. Ella estará preparada para todos los movimientos predecibles. Debemos sorprenderla. Tenemos que atacar con algo que nadie esperaría de nosotros.
—Tal vez Jaime...
—Ella esperaría que Jaime fuera el intérprete de todos nuestros movimientos —negó Catrina con la cabeza—. Y tiene razón, actuamos según lo que Jaime ordena, tenemos que improvisar nosotros mismos Alan.
