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Estefan miró indignado como Bael corría dejándolo con el bulto de su gemela.
—Sácame de aquí por favor —susurro Gabriela.
*Ella está cerca* dijo Abaddon en su interior con alegría *Al fin estará aquí*
Estefan miró a Joon, un olor espectacular salía de él.
—Nos vemos donde siempre nos encontramos ¿sí? —dijo Estefan mirándolo suplicante.
—Llévatela ya —dijo Joon alterado.
Estefan desplegó las alas y voló con rapidez al área del bosque donde solían pasar tiempo Joon y él, donde había un pequeño lago.
Gabriela se retorcía en sus brazos.
Antes de aterrizar sintió una sacudida dentro de él. La luna ya había salido y él aterrizó con prontitud de manera violenta. Soltó a Gabriela y empezó a gritar cuando todos los huesos de su cuerpo empezaron a romperse.
Ya era un lobo transformado cuando se dio cuenta de que alrededor de ellos había un fuego negro y corrosivo. Un fuego que salía de la misma Gabriela.
Noto que a Gabriela le había aparecido una especie de chispa en la frente de la cual empezaba a tornar una oscuridad en el rostro que borraba sus facciones, parecido a lo que le había pasado a su tío Alan cuando se transformó en su totalidad.
*No es momento de que salga* dijo Abaddon *Aun no, llama a la chica*
Estefan volvió a transformarse en humano sin saber muy bien como lo había hecho y sujeto a Gabriela.
—Gabriela despierta maldita sea —dijo Estefan desesperado.
El fuego negro empezó a avanzar hacia los árboles y también las manos de Gabriela empezaron a tornarse de un color oscuro.
—¡¿Piensas dejar al imbécil de tu mate?! —hablo Estefan zarandeándola—. ¡Seguramente tu demonia intentara matarlo como mi tío Alan y te juro que, si no te controlas ahora mismo estúpida, le ayudaré a hacerlo!
El fuego empezó a retroceder.
Estefan bufo enojado.
Después de algunos segundos Gabriela ya volvía a tener su aspecto normal, despertó, pero no tuvo la oportunidad de decir nada porque empezó a transformarse en su loba inmediatamente después.
Estefan se transformó otra vez en su lobo.
—¿Estás bien? —le dijo por conexión mental
La hermosa loba castaña de Gabriela se sacudió.
—Y con una mierda si estoy bien —dijo Gabriela desplomándose en el suelo, su loba soltó un quejido—. Siento que me voy a morir, la perra esa es dura.
—¿Tu demonia?
—Está más loca que yo —dijo Gabriela con amargura—. ¿Quieres saber cómo se llama?, ¡Lilith!
—Su nombre me suena.
—La desgraciada es la madre de los demonios ni más ni menos —dijo Gabriela—. ¿Dónde está el tarado de mi gemelo?
Estefan ya no la escuchaba, otra vez olió ese extraordinario olor. Un lobo apareció y Estefan supo quién era de inmediato.
¡Mate!, proclamó su lobo inmediatamente.
