CAPÍTULO 40.- primer fragmento

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Jeremy tenía la boca abierta después de escuchar todo lo que se perdió por asistir a su trabajo como una persona normal. Miraba el rostro de cada compañero en la estancia. Algo contrariado porque no sabía qué sentir. Lo más seguro que sintió fue miedo.

—Debería tomar a mis hijos y a mi esposa y largarnos a la manada de mi hermano —razonó Jeremy.

—Por favor, Jeremy —Oliver tomó un gran trago de vodka puro—. Cállate.

—Ya le mandé un mensaje encriptado a Concetta —dijo Jaime ingresando al despacho de Oliver—. Ya están analizando las grabaciones que escuchamos como evidencia, al parecer no son montajes.

—Entonces todo es verdad —Matt le quitó la botella de vodka a Oliver—. Lo que contó es verdad y la loca nos invadirá dentro de un par de meses —Matt se llevó la botella a la boca y tomó lo que quedaba—. Odio las invasiones.

—Bueno, ya sabíamos que nos invadía, ahora solo nos queda esperarla ¿No? —Dylan había estado sentado en silencio todo ese tiempo, algo extraño en él—. Solo que ahora sabemos dónde está, quiénes son sus aliados y lo que yo me pregunto es... ¡¿Por qué carajos no vamos nosotros a invadirla a ella?!

—¡Apoyo la moción! —Alan golpeó con su puño la pared donde estaba apoyado, a ese paso Oliver se quedaría sin despacho—. ¡Vamos por la perra!

—Es lo que ella quiere —Jaime puso los ojos en blanco—. ¿Ustedes creen que después de todos estos años planeando este ataque no previó que la traicionaran?

—Pero si Alan y yo nos vamos ahora mismo, ella no estaría preparada para los dos — Dylan intentó convencerlos—. Si usamos a la mate de Bael, podríamos rastrear a Elizabeth en segundos y apareceríamos sobre ella para cortarle la cabeza con rapidez.

—Según las grabaciones, Elizabeth tiene de aliados a los hechiceros con los que Alan ha estado combatiendo —Jaime siguió firme—. Ella debe tener a varios de ella cuidándola y ellos han visto a Concetta, por lo tanto, Elizabeth debe saber que a Francia está llegando uno de nosotros ¿No crees que este esperando algo así? Además, no sé si te has dado cuenta, pero Bael no quiere que toquemos a su mate.

—Y no lo culpo —habló Alex mirando a Jaime con rencor—. Sabe muy bien de lo que su querido tío y su padre son capaces.

—¿Y si está mintiendo? —pregunto Jeremy cruzándose de brazos—. Lo que le pasó es algo muy grave y Elizabeth está loca, solo es que no se me ocurre como una madre podría hacer algo así. No me cabe en la cabeza ¿Y si han mentido para sacar a alguno de nosotros fuera del Reino para dividirnos y atacar el reino?

—Es lo primero que pensé —dijo Jaime—. Y a pesar de que soy una persona muy desconfiada, no creo que mintieran sobre ese suceso, aunque me gustaría pensar que sí.

—¿Y cómo estás seguro? —preguntó Dylan.

—Porque yo ya sabía que la niña cargaba con un gran dolor —Alan gruño—. Mi demonio me lo dijo, desconfíe de ella en el segundo que me dijeron que era mate de Bael y por eso fui a verla en persona. Había algo extraño, una vibra pesada, algo pasaba con ella. No sentía maldad, pero sentía una melancolía profunda. Después de escuchar su historia, supe que no era mentira, sin embargo...

—¿Sin embargo? —Alex bufo—. ¿No creen que la muchacha ya sufrió suficiente?

—No soy tan idiota, Alex —gruño Alan—. No es que siga pensando en matarla y lamento profundamente que ella pasara por algo tan horrendo, pero es mi hijo y no quiero que mi hijo tenga de mate a la hija de esa... ¡de esa maldita desgraciada!

HEIRS OF THE RISING KINGDOMWhere stories live. Discover now