CAPÍTULO 40.- tercer fragmento

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Jessy dejó que el dolor la desgarrara todo lo posible, porque sabía que todo terminaría por fin. Seguramente la matarían por sus pecados y encontraría al final el descanso que tanto había deseado.

Intentaba no pensar en las personas que amaba, no eran muchas. Por su mente pasó todos los buenos momentos que transitó con su padre, ella corriendo por un viñedo de vinos, siendo una niña pequeña sin preocupaciones y su padre corriendo detrás de ella con una gran sonrisa. Sujetándola y dándole vueltas mientras los dos reían.

Los pasteles de cumpleaños, las pijamadas, las galletas de avena, las pinturas, los cuentos de noche, las travesuras, el sol mientras caminaban de la mano por la playa comiendo helado. Realmente había intentado salvar a su padre, pero era hora de aceptar que no podía hacerlo. Ni siquiera podía salvarse a sí misma.

Después pensó en Kerim, los dos escondiéndose en el ático de su casa mientras la madrastra de Kerim los buscaba a gritos por ensuciar toda su ropa con tinta. Los dos van en bicicleta hacia la escuela, los juegos, los juguetes, los bailes bajo la luna, los escondites en el bosque, su primera vez tomando alcohol, su primera vez fumando, su primer beso, su primera pelea, sus primeros celos, su primer corazón roto, su primer novio, su mejor e incondicional amigo.

Estaba feliz de que encontrara a Bastian, le dejaba tranquila saber que Kerim estaría con una excelente persona para siempre.

Después su corazón se volvió pesado al pensar en Bael, había hecho tantas rabietas con él. Se maldijeron y jugaron entre ellos las bromas más pesadas que se les podría ocurrir. Sin embargo, en la corta semana que estuvieron juntos entendió porque habían chocado tanto antes, los dos eran extremadamente testarudos y similares. En esa semana había logrado enamorarse irreparablemente de él. La volvía loca de todas las malas maneras y de las buenas también.

Por un momento le gusto soñar que todo hubiera sido diferente. Ella siendo de cualquier manada sin ser hija de su madre y sin ser una traidora. Llegando al Reino, Bael enamorándose de ella y teniendo la historia de amor más cliché y romántica posible. Después se río de ella misma, los dos eran todo menos cliché y románticos, seguramente igual se hubieran matado entre ellos y después se hubieran enamorado intensamente.

La angustia por cambiar las cosas la embargo, le hubiera gustado saber todo lo que sabe ahora desde que llegó al Reino, hubiera ido directo al Rey para confesar. Tal vez hubiera evitado tantas muertes, tal vez Bael la hubiera perdonado.

Tal vez Liam y Leia serian padres.

El sonido de la puerta la trajo nuevamente al presente. Pudo ver a Bael borrosamente porque su vista estaba interceptada por su cabello.

Bael parecía un fantasma, estaba pálido y caminaba lentamente de un lado a otro. Como si se fuera a caer en cualquier momento. Se dirigió a una habitación contigua que Jessy supuso que era el baño. Lo escucho vomitar y se levantó como pudo alarmada.

¿Lo habían herido?

Luchaba consigo misma si debía ir a verlo o tal vez eso lo empeoraría. No quería enojarlo más.

Después escuchó algo que le rompió más el corazón.

Bael estaba llorando descontroladamente.

Camino lentamente y lo vio en el suelo del baño, llorando desgarradoramente.

Jessy supo que era su culpa, Bael había tenido todo el derecho de entregarla. Ella lo había engañado todo ese tiempo, se había burlado de él y de toda su familia. Les había causado un daño irreversible a pesar de que ellos la trataron de la mejor manera.

HEIRS OF THE RISING KINGDOMWhere stories live. Discover now