CAPÍTULO 36.- primer fragmento

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Jeremy se llevó la cerveza a la boca y tomó con satisfacción. Después del recibimiento de Alan, le había tocado doble turno en el hospital, siempre le asignaban doble turno porque la administradora intentaba cubrir todas las horas que Jeremy debía al hospital.

Ser miembro activo del escuadrón del Rey, doctor a tiempo completo y padre de familia estaba empezando a hacer estragos en su estabilidad mental. Ya de por sí siempre había sido bastante neurótico. Ahora era tres veces peor.

Para coronarlo, tenía que luchar contra su propia familia para que no mataran a su mejor amigo.

—Esta vez sí fue grave ¿eh? —Jeremy le dio otro sorbo a su lata de cerveza—. Tienes la cara de alguien con el corazón roto, hueles a corazón roto y creo que, si tuvieras un arma en la mano, te metes un tiro.

Jose no respondió, miraba el paisaje con el gesto más triste que Jeremy le había visto.

Hace unas horas Jose había llegado sin decir una sola palabra al hospital buscando a Jeremy, su amigo se asustó en primera estancia, pensando que su amigo estaba enfermo o algo así. Jose solo le respondió "Gabriela" y Jeremy quiso arrancarse los ojos de la exasperación que le causaba ver a su mejor amigo sufriendo por la versión femenina de Alan.

Le dijo que lo esperara y Jeremy había tenido la verdadera intención de pedir un descanso para conversar con Jose, sin embargo; una de sus pacientes tuvo unas complicaciones y estuvo en una operación por varias horas. Cuando termino y se acordó del pobre Jose, se dio cuenta que el muy idiota seguía sentado en el mismo lugar por más de nueve horas mirando la pared.

Así que eso le dio indicios de que la situación era algo grave.

Terminó su turno y llevó a Jose a un acantilado para tomar cerveza mirando la ciudad, mientras posiblemente toda la ciudad desayunaba en ese momento.

Apago el teléfono después de mandarle un mensaje a Evangeline diciéndole que se quedaría más horas en el hospital y así evitar una llamada llena de gritos.

—¿Qué carajos pasó? —insistió Jeremy.

Jose dio indicios de estar vivo y se despeinó con desespero, como un hombre atormentado por sus pensamientos.

—No sé qué hacer —Jose negó con la cabeza mientras tomaba su propia cerveza—. Es como... es como si de pronto hubiera perdido mi brújula.

—¿Qué hizo Alan esta vez?

—No fue... bueno si lo inicio Alan, pero... —Jose siguió tomando su cerveza para poder calmarse—. Discutí con Gabriela.

—Siempre discutes con Gabriela —bufo Jeremy—, y siempre la justificas, ¿Qué cambió ahora?

Jose le contó lo que había pasado.

—Mocosa caprichosa y estupi...

—Jeremy.

—¡La sigues defendiendo! —se alteró Jeremy—. Es... ¡Ah!, ¡¿Qué más te puedo decir Jose?!, ¡Te dije que era igual que su padre!

—No necesito que me reprendas Jeremy, necesito que me apoyes.

Jeremy aplastó su lata de cerveza con fiereza, destruyéndola por completo.

Los dos eran hombres muy diferentes, Jose siempre era calmado y Jeremy solía ofuscarse y colerizarse por pequeñas cosas.

Tal vez por eso eran tan buenos amigos.

—Nunca te respetará, ¿Entiendes eso? —le dijo Jeremy sin contener lo que realmente piensa—. Y no es su culpa exactamente, tiene de imagen masculina a Alan, el más idiota, narcisista, ególatra, clasista, presuntuoso —empezó a recitar Jeremy con saña—, pedante, arrogante y jactancioso de todos los hombres lobos que conozco. Para empeorarlo, él la ha tratado como si ella realmente fuera una especie de diosa que nadie merece y la ha protegido como la cosa más valiosa del mundo. Jamás podrás competir contra eso, ¿Quién podría?

HEIRS OF THE RISING KINGDOMWhere stories live. Discover now