Capítulo 9

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Nick llegó antes de tiempo.

Normalmente, solía ser puntual. Pero esa noche estaba especialmente nervioso.

Llevaba intentando quedar con Erika desde hacía un año y ella no había dejado de darle largas. Que si otro día, que si el mes que viene, que si a la vuelta de su viaje... Y, por fin, parecía que estaba dispuesta a darle la oportunidad.

—¡Bienvenido, Nick! —la sonrisa de la camarera que lo atendió en la entrada le dio a entender que lo había reconocido. ¡Y eso que se había puesto una gorra a las nueve y media de la noche!— Por aquí, por favor.

Le indicó que lo siguiera, sin comprobar si quiera su nombre en la lista de reservas.

No fue hasta que la chica lo sentó en una pequeña mesa al fondo del local, que Nick se dio cuenta de que no era, en absoluto, un restaurante. Sino una especie de bar moderno, con mobiliario de diferentes colores y un sinfín de plantas. Supo, entonces, que lo único que había intentado evitar estaba ocurriendo. La gente de su alrededor, la mayoría jóvenes y adolescentes, lo habían reconocido. Y él no podía hacer nada para evitarlo.

Mierda.

Iba a matarla.

Pero esta vez de verdad.

¿Dónde cojones había reservado? ¡Le había dicho que lo hiciera en un restaurante vegano! Uno donde poder disfrutar de una cena tranquila rodeado de personas que ni se inmutaran por su presencia. ¡Algo íntimo, por el amor de Dios! No un bareto juvenil.

Sacó su móvil, deseando leer un mensaje de Erika. Uno que pusiera que, al final, no iba a poder ir. Pero no ocurrió. Sopesó la idea de llamarla y decirle que al que le había surgido algo de última hora había sido a él. El problema era que no podía quedar mal con ella por nada del mundo. Ni siquiera porque su dichosa asistente, que iba a dejar de serlo mañana a primera hora, hubiera hecho lo que le hubiera dado la gana. Algo que, Nick empezaba a descubrir, era habitual en ella.

Tampoco podía irse. Porque si se levantaba y se iba, poco tardaría en enterarse la prensa rosa. Y, entre la dichosa entrevista y sus malos modales, su reputación estaría por los suelos.

Apretó los dientes y trató de parecer lo más relajado posible.

—¿Quiere algo para tomar? —la misma camarera de antes se le acercó.

Matarla. Eso era lo que quería.

—Esperaré a mi acompañante, gracias —fingió estar encantado.

No quería ni imaginarse la cantidad de fotos que saldrían mañana a la luz sobre Nick Ríos y Erika Escribano.

—Está bien —asintió la chica.

Nick, que echaba humo por dentro, aunque por fuera parecía un bloque de hielo, abrió la aplicación de mensajería y buscó su conversación. La de Erika no. La de la culpable de todo.

RECUÉRDAME QUE TE MATE MAÑANA

—¿Nick? —una voz suave lo interrumpió.

Él levantó la vista hacia la mujer que tenía enfrente. La había visto en fotos, en numerosas entrevistas, y sabía que era una mujer guapísima: rubia y con unos profundos ojos azules. Lo que no esperaba, sin duda, fue verla vestida con unos vaqueros deshilachados y una camisa remetida de cualquier forma por dentro de la cinturilla. La hacía... menos formal.

—¡Erika! —se levantó de un salto, como si tuviera un resorte en el culo—. ¿Qué tal?

Ella soltó una risita ante su ímpetu, lo que la hizo más guapa si cabía. Y pese a su belleza exuberante, Nick no sintió deseo alguno de conocerla de ninguna otra forma que no fuera profesionalmente.

Una Puesta de Sol y Nosotros [FINALIZADA]Where stories live. Discover now