Capítulo 71

118 18 3
                                    

—¿Hemos interrumpido algo?

Marc miró a Nick con las cejas enarcadas y una sonrisita odiosa que le hubiera encantado borrar de un puñetazo.

—No —negó con la voz firme.

A parte de una doble sesión de sexo matutino y privarle de tenerla para él solo con ese bikini del demonio, no.

—Pues no lo parece. —Nick desvió la vista hacia su amigo, cuya expresión era de lo más arrogante—. Por tu cara, digo.

—No me toques los cojones, Marc.

La risa de su amigo reverberó por la cocina justo cuando la pelirroja reaparecía en ella. Se había puesto una camiseta encima del bikini, por lo que Nick no podía verlo, pero la imagen de sus largas piernas desnudas le hizo recordar a la forma en la que estás se habían aferrado a su cintura mientras él la follaba con intensidad. Lo que, teniendo invitados en casa, no ayudaba mucho.

Gruñó por lo bajo y se aferró a su taza de café, ya frío.

—¿Lisa? —Preguntó por la niña.

—Te está esperando en el jardín —respondió Marc—. Como le has dicho.

A Nick no le pasó desapercibido el tonito condescendiente de su amigo. Sabía que Marc seguía resentido con Alanna porque casi arruina su carrera artística. Pero, aun así, no le gustó esa actitud. No, cuando él ya había pasado página y la había perdonado.

Se apuntó en la memoria dejárselo claro más tarde.

—Vale —asintió ella, un poco cohibida.

Él, que había descubierto que no le gustaba que los demás la hicieran sentir fuera de lugar, pasó uno de sus brazos por encima de sus hombros en una pose desenfadada pero protectora.

—Vamos anda, te acompaño a la piscina.

—No hace falta —replicó—, sé dónde está.

—Lo sé —y en un murmullo casi imperceptible para el oído humano, le dijo—: pero quiero verte sin esa camiseta.

La pelirroja se sonrojó y él se rio. Le encantaba que su piel se tornara del color de su pelo por su culpa, que sus dientes presionaran su labio inferior con inquietud y que sus ojos no pudieran aguantarle la mirada. ¡Qué coño, le encantaba ponerla nerviosa!

Alanna se deshizo de su agarre en cuando se encontró con la niña, que sentada en el suelo de la terraza, esperaba pacientemente a su nueva amiga. Las dos se encaminaron hacia la pequeña piscina que Nick había hecho construir en el jardín al comprar la casa.

Cuando se quitó la camiseta y dejó a la vista su esbelto cuerpo con ese bikini, un deseo abrasador le avivó la sangre. ¡Por el amor de Dios! Solo eran dos trozos de tela simples. Su reacción no tenía ningún sentido.

—¿Vas a contarme ya lo que te pasa con ella?

La voz de Marc, que debía de haberlos seguido hasta la piscina, lo sobresaltó.

—Nada. —Suspiró—. No pasa nada.

O todo. Pasaba todo.

—Ya, por eso si la chica fuera el sol, tú ya estarías ciego.

Los ojos de Nick viraron a su amigo, que se encogió de hombros

—¿A qué te refieres?

—A que desde que he llegado no me has hecho ni un poquito de caso —dijo su amigo, con una mano en el pecho y una expresión de falsa congoja—. Y me duele.

Nick puso los ojos en blanco. A veces, el dramatismo de Marc le hacía preguntarse si no tendría su amigo mucha más vena artística que él.

—Es una locura, ¿no?

Una Puesta de Sol y Nosotros [FINALIZADA]Where stories live. Discover now