Capítulo 70

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—¿En qué piensas?

Alanna regresó de ese rincón dentro de su cabeza al que se iba, de vez en cuando, a pensar. Estaba sentada encima de la mesa de la cocina de Nick, con una taza humeante de té de caramelo y vestida completamente, como si no hubieran hecho el amor dos veces. Como si sus labios de todavía no estuvieran hinchados por los besos de Nick.

—En nada.

—Venga ya, pelirroja —los brazos de Nick se posaron a cada lado de sus muslos, apoyando las manos sobre la mesa—, suéltalo. Te estoy escuchando pensar desde aquí.

Ella suspiró, porque que Nick estuviera empezando a conocerla tenía sus cosas buenas, pero también sus malas. Como esta, por ejemplo.

—¿Recuerdas la primera vez que fui a tu casa? —Lo vio asentir—. ¿Cuándo te dije que yo sería perfecta para ser tu asistenta personal? Porque tú y yo nunca...

—Nos acostaríamos, sí —terminó la frase por ella—. ¿Qué pasa?

Alanna posó sus ojos grises en él.

—¿Me vas a despedir?

Las cejas rubio oscuro de Nick se fruncieron.

—¿Por qué haría algo así?

—Porque a tu otra asistenta la despediste.

—Claro que no. —El tono de Nick fue suave cuando le cogió la cara entre las manos—. Ella se fue porque quiso. Porque no aceptó que no quisiera acostarme otra vez con ella.

Vaya, eso no lo sabía.

—Aun así, no sería ético, ¿no? Digo, trabajar para ti y acostarme contigo.

Alanna no podía perder el trabajo. Por lo menos, hasta que volviese a Madrid y pudiese encontrar otra cosa. Su primer sueldo ya se había ido casi todo en pagos.

—Bueno ratona, pero ¿qué dijimos? Nada de rayarnos por ahora. Ya nos preocuparemos más adelante. Cuando... volvamos.

«A la realidad», le faltó añadir.

Nick la besó, sin darle opción a réplica, y cuando su lengua se abrió paso entre sus labios, el timbre sonó. La primera vez lo ignoraron. La segunda, Nick bufó. La tercera, se separó de ella con una maldición entre los dientes y fue a ver quién «narices» era.

—Sorpresa tío Nick —escuchó Alanna que gritaba una vocecilla que conocía muy bien.

Una sonrisa se extendió por su cara ante la inesperada visita.

—¡Pero bueno renacuaja, ¿qué haces aquí?!

—Hemos venido a verte.

—Espero que no te importe que hayamos venido de improviso —añadió el hombre que iba con la niña. Marc. El representante de Nick y uno de sus más íntimos amigos.

—Qué va, tío—La puerta de la entrada se cerró y el sonido de pisadas le indicó que se dirigían a la cocina—. Pasad.

Alanna bajó de la mesa y echó un vistazo a su atuendo con rapidez, por si acaso llevaba la camiseta del revés o algo que indicase lo que habían estado haciendo unos minutos antes de que llegasen. Se peinó el pelo con las manos, se recolocó las gafas y agarró con fuerza la taza de té para dar un sorbo y fingir estar ocupada en algo.

—¡Alanna! —La chiquilla se lanzó a sus brazos en cuanto la vio.

Ella sintió unas burbujitas en su abdomen al ver que la recordaba. Que no se había olvidado de ella. Y que su alegría era pura y sincera.

Una Puesta de Sol y Nosotros [FINALIZADA]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon