Capítulo 95

140 18 8
                                    

—Quiero pedirte perdón por ser un gilipollas —confesó con un hilo fino de voz—. Uno de los grandes, de hecho. Y no solo por no haber sido capaz de decirte lo que sentía por ti —la yema de uno de sus dedos se acarició su pómulo casi como el aleteo de una mariposa—, sino por todos estos años en los que has estado ahí, cerca de mí, y no te he visto. Por no haberme acercado aquel primer día que apareciste por casa de Lucas y haberte dicho: «Ey pelirroja, ¿cómo te llamas?» —El pecho de Alanna se apretó con amor y dolor a partes iguales—. Aunque tú también podrías haberme dicho: «Hola Nick, soy Alanna». Estoy seguro de que no hubiera podido resistirme a esos malditos labios que son mi tortura diaria. —Él pasó el pulgar por su labio inferior y Alanna tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no besar ese punto—. Por haberte hablado fatal el día del cumpleaños de Lucas cuando me tiraste la tarta encima. ¿Por qué no te dije que me acompañaras arriba? —Y moviendo la cabeza en una obvia afirmación, añadió—: porque soy gilipollas.

Alanna solo pudo abrir la boca para pronunciar:

—¿Te acuerdas de eso? —Antes de que la emoción se convirtiera en un rio de lágrimas imposible de detener.

Nick rio. Una risa tierna que le pellizcó el corazón.

—Sí ratona. El otro día traté de recordar algunos de los momentos de mi vida en los que estabas tú. Hay más de los que esperaba. Y todos ellos están unidos por un mismo pensamiento, uno que pasaba por mi cabeza cada vez que te veía, aunque durase medio segundo: «¿por qué se esconde esta chica?» Y soy tremendamente gilipollas por no habértelo preguntado. Por haberte ignorado todos estos años. Pero ¿sabes qué? —Ella negó, incapaz de articular palabra—. Que tampoco me arrepiento.

Alanna pestañeó.

—¿Cómo?

—Suena fatal, lo sé —Nick hizo una mueca—. Pero, estoy seguro de que, si yo te hubiera tratado con la misma confianza que a Lucas o a Venus, hoy en día, probablemente, solo serías una chica más de la familia De la Vega. Creo que si te hubiera prestado atención hace toda una vida, ahora mismo no estaría enamorado de ti. —Alanna entornó los ojos, sin saber cómo tomarse sus palabras, y Nick gruñó para sí—: O sí, qué coño. Creo que hubiera sido imposible no enamorarme de ti. Creo que... si hubiera conocido tu fuego en el pasado, ya llevaría una eternidad consumido.

Alanna entreabrió los labios sin poder apartas los ojos de Nick. Eran tan guapo. Y le estaba diciendo que la quería... Un momento, ¿le estaba diciendo que la quería?

—Tu boca pelirroja —continuó Nick ajeno a todo el caos interno que ahora mismo eran los sentimientos de Alanna—, es lo que más deseo en el mundo. Y no creo que pueda saciarme de ella jamás.

Sus ojos se llenaron de lágrimas inevitables.

—Me... —se mordió el labio inferior—. Nick, tú me quieres. Me quieres de verdad. —Le dolía la garganta por la emoción contenida.

La sonrisa de Nick iluminó el local.

—Eso estoy tratando de decirte, sí.

Cubrió sus lágrimas con besos antes de volver a adueñarse de sus labios. Ella se abrió para él en un beso profundo, intenso, y muy público. Tanto que fue imposible no escuchar algunos murmullos a los que no prestó atención. Porque besar a Nick era todo lo que le importaba.

¿Cómo había podido sobrevivir tres meses sin ellos?

—Empecé a sospechar que me querías cuando te dio igual que tus amigos supieran que estabas conmigo —susurró ella cuando sus labios se separaron unos centímetros.

Nick la miró con decisión.

—Nuestros.

—¿Qué?

Una Puesta de Sol y Nosotros [FINALIZADA]Where stories live. Discover now