Capítulo 17

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Nick aparcó el coche enfrente del portal de Alanna.

—Voy a tener que descontarte el servicio de taxi de tu sueldo.

—No es mi culpa que le tengas alergia al transporte público —replicó ella, desabrochándose el cinturón.

—Si tu no tuvieras que coger siete autobuses para venir a mi casa...

—Solo cojo dos y no siempre, exagerado —bufó.

Abrió la puerta del copiloto y, antes de poner un pie en el asfalto, se giró a mirarlo. Con las mejillas rojas y los dientes sobre sus labios.

—Pues... gracias. 

Nick, que se sentía atraído como un imán hacia ese maldito gesto, tardó ms de la cuenta en levantar la vista de su boca y posarla en sus ojos.

—De nada  —le guiñó el ojo de forma divertida—. Buenas noches, pelirroja. 

Ella le dedicó una de esas sonrisas, entre tímida y juguetona, que lo inquietaban sobremanera y ni siquiera sabía por qué. Después acortó la distancia que los separaba para darle un beso en la mejilla y él, que no supo  cómo actuar, giró ligeramente la cabeza, provocando que los labios de Alanna rozasen la comisura de los suyos. La vio parpadear presa de la sorpresa y él se hizo el tonto, dispuesto a no mostrar algo que no fuera una normalidad absoluta. Dispuesto a fingir que no había sentido nada.

—Buenas noches —balbuceó ella.

Cerró la puerta del coche y apretó el paso para llegar a su casa. Nick no se movió, ni lo haría hasta que ella estuviera a salvo dentro de su portal. ¿Podría haberse ofrecido a acompañarla a casa? Sí, tal vez. Pero, por alguna razón, eso... le parecía demasiado íntimo.

Nick rehuía la intimidad con las chicas como un vampiro el sol. Y más cuando un simple beso demasiado cerca de su boca había tenido un efecto directo en su entrepierna.

***

Al día siguiente, Alanna no dejó de recordar, una y otra vez ese casi beso. Sabía que no debería. Sabía que para Nick no había significado nada. Pero, jolín, su piel tenía memoria y sus labios deseaban volver a ese lugar. 

Nick, en cambio, había tomado una decisión. Tumbado en el sofá de su casa decidió que ya era momento de acabar con ese juego extraño que Alanna y él se traían entre manos. Él se iba de vacaciones y no la necesitaba más. Le pagaría los siete días de prueba y se olvidaría de ella.

No pensaría más en sus labios, ni en su sonrisa. Tampoco en su peculiar sentido del humor. Que no le gustaba, pero a la vez sí. Porque así era Alanna para Nick, un mar de contradicciones.

Tenía un don excepcional para enfadarlo y, casi al segundo, hacerlo reír. Y cuando parecía que Nick tenía la sartén por el mango, giraban las tornas y acababa siendo al revés. Después, ponía esa carita de no haber roto un plato y, maldita sea, toda su vajilla acababa astillada.

Suspiró.

La pelirroja tenía algo que Nick, por más que quisiera, no podía evitar. Le caía bien. Más, quizá, de lo que le gustaría admitir. Se sentía cómodo con ella cerca, como si estuviera con Lucas. O con Venus. Como... si estuviera en casa.

No quería recordar ese (no) beso. Sin embargo, no había dejado de hacerlo. Porque llevaba días contemplando su boca cada vez que la tenía cerca. Porque le había gustado. Tanto como para que una caricia lo hubiera agitado. Y eso no podía ser.

Primero, porque era Alanna y segundo... ¡porque era Alanna, joder!

Dios mío, ¡qué ganas tenía de empezar las vacaciones! 

Una Puesta de Sol y Nosotros [FINALIZADA]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu