Capítulo 75

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Alanna y Nick dejaron de esconderse. Dentro de la privacidad que ofrecía Torreluna, por supuesto. Ya no tenía ningún sentido hacerlo, puesto que todos lo sabían y a ninguno les importaba. Excepto a Venus, que, por alguna razón en la que Alanna no quería profundizar, se pasaba el día soltando pullitas sobre lo raro que era verlos juntos.

A Nick le traían sin cuidado los comentarios de su prima. A ella, no tanto. Pero se obligó a aprender a gestionarlos. A fingir que, cuando Venus decía alguna verdad como «debes de tener el Instagram petado de mensajes de chicas», no se le encogía el corazón. No se sentía, de nuevo, insignificante. Él se encargaba de quitar cada una de sus inseguridades a base de besos. Y de hacer el amor. Habían pasado juntos cada día desde que regresaron del viaje a Alicante. Ella se había instalado, prácticamente, en su casa. Dormían juntos, con Nyruca a sus pies. La gata había aceptado a Alanna como una más y buscaba sentarse siempre en su regazo. Nick se quejaba, pero ella, que ya sabía leer todas sus expresiones, sabía que, en realidad, le encantaba.

Alanna se había soltado mucho en el sexo. Lo suficiente, al menos, para abrirse por completo a Nick. Para atreverse a probar. Ahora sabía cómo hacerlo gemir con la lengua, donde besarlo para ponerlo duro y como le gustaba que se moviera encima de él. También sabía que no se iba a dormir si no se limpiaba la cara con agua micelar y se ponía sus cremas antiarrugas y que revisaba sus redes sociales antes de acostarse. A veces, las veían juntos. Él le enseñaba los mensajes que recibía, como si... intentase decirle que no le importaban lo más mínimo. Que no escondía nada. Que... la quería a ella. ¿Pero la quería? A veces la trataba como si así fuese.

Nick había cumplido, más de una vez, su fantasía de quitarle el bikini azul noche que le regaló Daphne y le había comprado otro similar. Este de color negro. Ella quiso agradecerle el detalle y le compró una cámara de fotos desechable que, loco de contento, utilizó hasta acabar el carrete dos días después. Una vez reveladas las fotos, Alanna se quedó con dos. Una que había hecho Lisa y que salían todos alrededor de un cubo de cervezas, riéndose a carcajadas y un selfie en el que Nick sonreía a la cámara, guapísimo, mientras Alanna besaba la incipiente barba de su mejilla.

Una tarde, Venus le habló a Nick para comunicarle que se habían filtrado unas fotos de los dos juntos paseando por la playa de Alicante. Alguien debía de haberlas sacado y ahora estaban por todo internet. A él no le gustó ni un poco ser el centro de todos los rumores y tardó menos de diez minutos en desmentirlo a través de su Instagram, dejando claro que Alanna y él solo eran amigos. Ella, por supuesto, no se quejó. Pese a que su corazón sabía que hacía semanas que habían dejado de ser solo amigos.

Eso provocó que los siguientes días fueran un poco neuróticos por parte de Nick. Hasta que logró relajarse y dejó de controlar cada lugar al que iban, para volver a ser él mismo de nuevo. Algo que ella agradeció enormemente, porque, a veces, era un poco desesperante su obsesión por mantener a raya su privacidad.

Aun así, ese verano se estaba convirtiendo en el más fascinante de su vida. Por primera vez, Alanna De la Vega estaba escribiendo su propia historia. Aunque no se hacía ilusiones, pues sabía que pronto acabaría todo. Que Nick, firmase o no por la película, regresaría a Madrid para preparar su exposición. Al parecer, Erika había dado el visto bueno al proyecto «Torreluna» y, pronto, tendrían que empezar a trabajar en los detalles. Y tenía la sensación de que cuando Nick se montase en su coche para regresar a Madrid, ella no iría de copiloto. Sin embargo... ¿era demasiado ilusa por fantasear con un final feliz? ¿Un final en el que Nick la eligiese por encima de sus reglas y su miedo a enamorarse? ¿En el que Alanna pudiese encajar en su mundo?

Sí, probablemente sí.

Marc y Lisa habían alargado su estancia en el pueblo. Con el representante de Nick las cosas se habían suavizado bastante. Había pasado de mirarla como si no acabase de fiarse de ella a estar relajado en su presencia, haciéndole bromas y criticando a su hermano. No era un secreto para nadie que Marc no le había caído bien a Axel y, a ver, no es que ella estuviera del lado de su hermano, pero el chico también había intentado hacerse el gracioso, justamente, con un hombre al que no le gustaban las bromas. Y entre ellos se había creado una especie de enemistad, que solo conseguía apaciguar Lisa. Porque, a diferencia de su padre, la pequeña se había encariñado muchísimo con Axel.

Una Puesta de Sol y Nosotros [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora