Capítulo 20

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Marc, tío, prepara un contrato para la pelirroja.

¿Qué?

¿No ibas a despedirla?

Iba...

¿Qué ha pasado?

Ha habido un cambio de planes.

¿Cuál?

Muy largo de contar.

Luego te llamo y te explico.

Tu solo hazlo.

Estás loco tío...

Puede ser.

¿Sabes, al menos, lo que haces?

No.

Genial, Nick.

Todo genial.


***

—Toma.

Nick le entregó una bolsa de papel y una botella de agua fría antes de sentarse de nuevo en el asiento del conductor, engancharse el cinturón y volver a la carretera.

—¿Qué es?

—Comida —puntualizó—. ¿No tenías hambre?

Ella siempre tenía hambre.

Olfateó la bolsa mientras sacaba lo que había en su interior. No era un donut, pero el sándwich de jamón con queso fundido era un manjar para una persona que solo había desayunado un triste té de caramelo.

—Gracias —sonrió ella, mostrando todos los dientes.

Él apenas apartó la vista de la autopista.

—De nada. Solo me debes unas cinco invitaciones.

—Es verdad —afirmó masticando—. Y prometo cumplirlas cuando me pagues.

—Para eso, te lo descuento del sueldo y apañado.

—Oye no —saltó ella—, eso no es justo. Eso no entraba en las cond...

—Es broma, ratona —la cortó él, negando con la cabeza. Como si ya se hubiera cansado de ella y apenas habían emprendido el camino hacia Torreluna.

Bueno, en realidad, ya llevaban casi una hora por carretera.

Alanna había recogido sus pertenencias en un tiempo récord. Tampoco es que hubiera cogido muchas. Algunos vaqueros y camisetas, un par de sudaderas, incluida la gris de Nick que todavía no le había devuelto, las zapatillas de correr, a las que nunca le había dado esa finalidad, y unos cuantos libros. ¿Cómo sino iba a pasar todo el verano en el pueblo de su familia? Eso sí, la biblioteca de su barrio la sancionaría por no devolverlos a tiempo. De todas formas, allí, en Torreluna, tenía bastantes cosas para sobrevivir un verano.

Cuando Nick la había visto salir con solamente una bolsa de deporte, no había podido evitar preguntarle si pensaba pasar todo el verano en pijama. Ella solo puso los ojos en blanco.

Una vez en el coche, con el motor en marcha, Alanna había tratado de calmar su corazón y poner en orden sus pensamientos. Le aterraba volver a Torreluna y no solo por la posibilidad de cruzarse con su hermano, sino también por lo que le había hecho a Nick. Para el pueblo, Nick era algo así como el chico de oro, el que salía en la televisión, y lo tenían súper protegido. Y aunque no creía que por sus iniciales supieran que había sido ella, sí hablarían de la loca que lo escribió. ¿Cómo iba a enfrentar todos esos comentarios malintencionados? Encima, Daphne y Lucas no estarían. No hasta dentro de unas semanas. ¿Quién la defendería ahora a capa y espada si las cosas se ponían feas?

Una Puesta de Sol y Nosotros [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora