Capítulo 63

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A las tres de la madrugada, Alanna se coló en la habitación de Nick. Hacía un buen rato que habían llegado del paseo nocturno y un run run molesto no la dejaba dormir. Tampoco pensar. Sabía lo que quería, lo que necesitaba, y si lo posponía... no estaba segura de atreverse a intentarlo otra vez. Ahora sentía el coraje correr por sus venas. Ahora era el momento.

—Nick —cerró la puerta tras su espalda—, ¿estás despierto?

Todo estaba a oscuras a su alrededor.

—Sí —escuchó que le respondía con voz muy despabilada.

Nick encendió la lamparilla de noche y una luz cálida alumbró la habitación. Él estaba tumbado en la cama, con uno de sus brazos apoyados detrás de su cabeza, los tobillos cruzados y unos calzoncillos negros de marca que no dejaban nada a la imaginación.

Alanna tragó saliva.

—¿Qué haces aquí? —No había ni rastro de somnolencia en su rostro. Todo lo contrario. Lo que indicaba que él tampoco podía pegar ojo.

¿Estaría pensando en ella? ¿La desearía tanto como ella a él? Ojalá que sí, porque ya era tarde para echarse atrás.

—Yo, eh... quiero hacerlo. —Soltó de sopetón y su voz no sonó tan firme como le hubiera gustado.

—¿El qué? —Su mirada se tornó recelosa.

—Ya sabes el qué —masculló ella, estrujándose las manos.

Porque, a ver, que estuviera en modo valiente no significaba que no tuviera el estómago en la garganta. Él se levantó de la cama y con una gracia felina caminó hacia ella, deteniéndose a unos pocos pasos de distancia.

—No —respondió con voz una voz ronca que le erizó la piel—. No lo sé.

Ella inspiró hondo y envió señales a su mente para que no entrase en barrena. Trató de mantener la calma deletreando un par de palabras sueltas, como «pectorales» o «abdominales», y decidió que, aunque le temblasen hasta las pestañas, no iba a moverse de ahí. No, sin decir lo que había ido a decir.

—Quiero que lo hagamos.

Las cejas de Nick se dispararon hacia arriba, pero no parecía sorprendido por sus palabras. Más bien, porque hubiera tenido agallas de decirlas.

—¿Ahora?

—Sí —acompañó la afirmación con un movimiento de cabeza—. Tú... ¿no tienes ganas?

Su pregunta, medio cohibida, hizo que Nick terminara de romper la distancia que los separaba mientras susurraba:

—Tener ganas se queda corto, pelirroja. —Alanna sintió el calor que emanaba su cuerpo desnudo cuando se cernió sobre ella—. Pero no estamos solos...

—Están todos durmiendo arriba. —Daphne y compañía habían llegado a penas unos pocos minutos después de que lo hicieran ellos dos—. Además, Venus iba bastante borracha como para enterarse de algo. Y Daph y Lucas fijo que están haciendo lo mismo.

Los ojos dorados de Nick la contemplaron con interés renovado. Ella sonrió con la anticipación ardiendo en sus entrañas.

—Ratona...—Comenzó a decir él con prudencia—, no creo que sea buena idea.

—¿Por qué? —Trató de no sentirse tonta por luchar por lo que quería—. ¿Porque soy virgen?

—Entre otras cosas, sí.

—Pero ya te lo he dicho Nick —y se preparó para darle el discurso que había medio ensayado en su cabeza minutos antes de decidirse a dar el paso—. No estoy esperando al amor de mi vida. Solo... a un chico en el que confíe lo suficiente para sentirme cómoda. Sé que solo somos amigos —decirlo le agujereaba un poco el corazón—, y que sería algo temporal, pero no me importa. Lo acepto.

Una Puesta de Sol y Nosotros [FINALIZADA]Where stories live. Discover now