Capítulo 21

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—Entonces, ¿vas a Torreluna a hacer fotos? —dijo, tratando de volver a un tema neutro.

Él la miró de soslayo, pero no respondió. Es más, subió el volumen de la canción. Ella le devolvió la mirada. La suya más directa. Más inquisitiva. Y, deshaciendo su acción, se atrevió a bajar el volumen que él acababa de subir.

Se ganó una fulminante mirada por parte de Nick, pero le daba igual. Prefería mil veces que él deseara zarandearla con fuerza a que fingiera que no existía. Demasiados años sintiendo esa desazón.

—¿Y qué pinto yo allí? —lo intentó de nuevo.

—En realidad, voy a Torreluna a pasar el verano —se aclaró la garganta—. Se supone que tengo que buscar allí la inspiración.

Aquello la hizo reír.

—¿Inspiración en Torreluna? —no quiso sonar tan asombrada. Pero lo estaba, jolín. No existía nada similar en el pueblo de su familia.

—Sí, ya lo sé —asintió con dejadez—. No hay nada interesante en Torreluna. Pero algo me inventaré, supongo.

—¿Y yo?

—¿Y tú qué?

Ella puso los ojos en blanco, porque, en serio, ¿estaba sordo o qué?

—Que qué pinto yo allí, Nick —repitió—. No sé nada de fotografía. Todo lo que me enseñaron en la universidad lo borré rápidamente de mi cabeza.

Y era cierto. Jamás se le había dado bien el tema de la comunicación audiovisual. Un sinfín de planos y encuadres y luces y sombras. Un sinfín de detalles para un maldito segundo.

—Bueno —elevó los hombros con suavidad—, siempre puedes hacerme de modelo.

Alanna abrió los ojos. Mucho. Y la boca, probablemente, también. De hecho, todas las facciones de su cara se hicieron grandes por la... inesperada respuesta de Nick. Inesperada y estúpida. Porque aquella era la estupidez más grande que alguien había dicho en toda su vida.

¿Alanna De la Vega Hurtado modelo? ¿La pelirroja demasiado alta y flaca y pecosa posando delante de una cámara? ¿Se estaba riendo de ella o qué?

Recordó, de pronto, las palabras que una vez le dijo su madre cuando apenas era una niña de doce años. «¿A quién diablos te pareces, niña? Tu padre era guapo a rabiar y yo siempre fui la favorita de mi clase. Pero tú... mírate, no hay por donde cogerte.»

Sí. Definitivamente, Nick se estaba riendo de ella.

—No tiene gracia —le dijo, sintiendo como su corazón se estrujaba en el centro de su pecho.

Se mordió el labio, tratando de olvidar a esa niña flacucha de doce años que solo intentaba entender por qué ella no se parecía a sus padres.

—No pretendía que la tuviese.

—Ya, claro —chasqueó la lengua—. Como si yo pudiera ser eso.

¡Dios, ni siquiera se atrevía a decir la palabra en voz alta!

—¿Con «eso» te refieres a modelo? —Nick desvió la vista de la autopista un segundo para mirarla. No esperó a que respondiera, antes de decir como si nada—: no veo por qué no.

—Pues porque no —su voz salió demasiado débil.

Alanna se reprendió a sí misma por sonar tan vulnerable. Revelaba demasiado. Menos mal que Nick solía ser indiferente a sus emociones.

—Cualquiera puede ser modelo, ¿sabes? —dijo él, con un tono tan suave, tan tierno, que a ella le pellizcó el corazón.

Ese músculo idiota que llevaba latiendo descontrolado desde hacía un buen rato. Primero nervioso, después más sosegado, de pronto tenso, asustado, y ahora... confundido. ¿Qué estaba queriendo decirle Nick?

Una Puesta de Sol y Nosotros [FINALIZADA]Where stories live. Discover now