Capítulo 46

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Estuvieron hasta bien entrada la tarde dando vueltas con la moto. Nick le enseñó las nociones básicas de conducción: el acelerador, las marchas, el freno y hasta la posición en la que tenía que inclinarse para tener un mejor control sobre ella. Alanna escuchó atentamente todas las indicaciones, pero, aun así, Nick no la dejó conducir sola. Se situó detrás de ella, rodeándola con los brazos y cubriendo sus manos con las suyas sobre el manillar. Alanna intentó no ponerse nerviosa, ignorar el cosquilleo que corría por su tripa y concentrarse en hacerlo bien.

Después de una eternidad conduciendo bajo la dirección de Nick y prestando total atención a la carretera, él soltó las manos y la dejó sola. Por la impresión, la moto se tambaleó un poco, pero en seguida consiguió estabilizarla y con una sonrisa radiante y un grito de júbilo al aire, Alanna De la Vega estuvo un buen rato gastando gasolina.

En realidad, ella sabía que él había cedido por lástima. Su moto era una de sus más preciadas posesiones y, aunque no se quejó, pudo sentir la tensión que emanaba de su cuerpo cada vez que ella giraba e inclinaba el cuerpo para tumbar la máquina.

Nick le indicó a Alanna que estacionara en el arcén de una carretera nacional a diez minutos de Torreluna, la cual estaba bastante desierta. Él bajó, se quitó el casco y la hizo moverse para poder coger la cámara que llevaba guardada en el maletero del sillín. Ella volvió a sentarse en el asiento, enganchando el caso en el manillar, y observó como Nick le hacía fotos a la preciosa puesta de sol, que hacía que el paisaje, con la calzada de asfalto gris, la valla plateada y la maleza de su alrededor, tuviera su encanto.

Ella también se quedó embobada viendo el atardecer, pensando en todo lo que había ocurrido ese día, y el anterior, y el de antes del anterior. En todo lo que había ocurrido desde hacía unas cuantas semanas. Desde que, por culpa de la controvertida entrevista, se cruzó de nuevo en el camino de Nick Ríos y su vida empezó a cambiar radicalmente.

Ella estaba cambiando.

Ya no era la Alanna sin agallas de siempre, ¿no? Aunque, a decir verdad, tampoco se sentía tan valiente. Seguía sintiendo el miedo clavado en su interior y muchas ganas de salir corriendo. Y, definitivamente, no se sentía preparada para enfrentar a su hermano.

Inhaló y exhaló el aire lentamente por la nariz, absorbiendo la tranquilidad que rodeaba el ambiente. El cielo estaba teñido de un azul anaranjado que le recordó al fuego. A la llama que prendía y lo arrasaba todo. La que calcinaba hasta el más pequeño de los recovecos. La que había descubierto que vivía dentro de ella y que cuando hacía acto de presencia la volvía incontrolable.

Por desgracia, ese fuego no duraba para siempre. Ese fuego, su fuego, se apagaba en cuanto la ansiedad llegaba y se pegaba a sus arterías como el alquitrán. Y la sensación de que no era demasiado buena, ni guapa, ni graciosa, ni interesante para que el resto del mundo le prestara atención le arañaba la garganta.

Porque esa siempre había sido la mayor inseguridad de Alanna: sentir que valía tan poco que era imposible que alguien la quisiera.

Como no la había querido su madre.

Como no la había querido su hermano.

El silencio se hizo tan denso y oscuro dentro de su cabeza que sintió la sofocante necesidad de hablar. No pensó que, tal vez, Nick estuviera demasiado ocupado en sus fotografías como para hacerle caso. O que, simplemente, no quisiera escucharla.

—¿Sabes? —su voz rasgó el viento—. Para mí es súper difícil hacer amigos —confesó. Nick dejó de hacer fotos para mirarla—. No soy como el resto de las personas. No es fácil para mí entrar en un lugar donde hay mucha gente, porque empiezo a hiperventilar, me sudan las manos y me entran ganas de vomitar —le devolvió la mirada, con una sonrisa titubeante entre los labios—. Tampoco lo es rodearme de un montón de desconocidos y tratar de tener relación con ellos, porque mi mente no deja de pensar en si les estaré pareciendo rarita, porque así es como me siento yo, Nick, como me he sentido durante toda mi vida, la rarita.

Una Puesta de Sol y Nosotros [FINALIZADA]Where stories live. Discover now