Capítulo 38

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Nick no dudó en seguir a Alanna hasta la barra cuando la vio ir hacia allí al salir del baño. Le dio a Venus la escueta explicación de «vuelvo enseguida» y en dos zancadas se plantó detrás de ella, que no dio ni un respingo cuando lo sintió respirarle en la espalda.

—Hola Nick —lo había reconocido, por supuesto.

Y, joder, eso le gustó más de lo que estaba dispuesto a admitir.

El ritmo del concierto se había avivado. Los chicos habían hecho una elección de canciones curiosas, mezclando a La La Love You con Shawn Mendes y su Teach Me How To Love, que era la que estaban interpretando en esos momentos.

Estaban tan cerca que, si levantaba la mano apenas unos centímetros, podría rozar la tela del vestido con las yemas de sus dedos. Los cerró en puños, para evitar la tentación, y los apoyó sobre el borde la barra, encerrándola entre la madera y su pecho.

—¿Qué haces aquí Alanna? —preguntó con aspereza.

—Pedir un agua.

Él entornó los ojos.

—¿Por qué has venido?

—¿Perdona? —su voz sonó irritada. Dio media vuelta para darle la cara y Nick aprovechó el movimiento para acercarse más a ella—. ¿Existe alguna razón por la que no podía venir?

A punto estuvo de resoplar, pero se aguantó las ganas.

—No me refiero a eso y lo sabes.

—No, la verdad es que no lo sé — levantó la barbilla al cielo en un gesto desafiante que, meses atrás, él jamás hubiera imaginado ver en ella—. ¿A qué te refieres, Nick?

Nick apretó los dientes.

—Al por qué has venido con él —«y no conmigo», fue lo que se calló.

—¡Porque tú no me has invitado! —declaró ella, casi al instante, como si le hubiera leído la mente y Nick pudo ver en sus ojos el momento exacto en el que se arrepintió de lo que había dicho.

Él también hubiera preferido que no lo hubiera dicho porque no le gustó lo que sintió al oírlo.

—¿Ahora es mi culpa? —se enfadó, porque ella tenía razón, pero ni loco iba a admitirlo. Además, ya estaba enfadado con ella por muchas otras cosas, entre ellas, haberse puesto ese dichoso vestido que no lo dejaba pensar en otra cosa que no fuera arrancárselo—. Tú no dijiste que querías venir.

Y él tampoco había querido ir en un primer momento. Ni en un segundo. Ni en un tercero. Pero, allí estaba.

—Yo ni siquiera sabía que había un concierto —le contradijo, entrelazando los brazos, como si quisiera marcar una distancia prudencial entre ellos. Eso lo mosqueó hasta el punto de dar un paso hacia adelante y cerrar más el hueco entre ellos—. Oliver me invitó y le dije que sí. ¿Algún problema con eso?

Sus palabras surtieron un efecto letal en él, tanto como para agachar la cabeza hasta situarse a su altura y hacerle la pregunta que llevaba días fingiendo que le importaba una mierda.

—¿Qué cojones te pasa con él, pelirroja?

—Y a ti que te importa —replicó, levantando uno de sus hombros.

Le importaba una mierda, ¿no acababa de decirlo?

—¿Te gusta?

—¿Qué?

—Ya me has oído.

En el fondo, sabía que no tendría que haber hecho esa pregunta. Lo sabía y, sin embargo, daría toda su fortuna por conocer su respuesta.

Una Puesta de Sol y Nosotros [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora