Capítulo 48

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Estaban en el jardín. Todos desperdigados, pero en sintonía. Se respiraba tranquilidad, sol, verano. De fondo, «Tú y yo» de Beret y Omar Montes salía del Spotify de Kala, después de discutir con su hermano por su música de viejo aburrido. Ni hablar de la cara que se le había puesto a Lucas al escuchar esa expresión. Había perdido hasta el hilo de la partida de cartas que estaba jugando con Nick, Venus y Axel mientras disfrutaban de una cerveza fresquita.

Sí, su hermano también estaba. Lo había invitado Lucas y, bueno, Axel tenía el mismo derecho de estar allí que Alanna. Tampoco quería poner a su familia en la tesitura de tener que elegir entre ellos. Le costaba estar cerca de él, sí. Podía sentir la presión en el pecho y nudo en el estómago, pero si quería superar a su hermano de una vez por todas, tenía que aguantar la sensación. Tenía que aprender a aceptarlo. Así que hizo de tripas corazón y se tumbó en una de las hamacas a leer una de sus novelas románticas, con Scott descansando a sus pies.

Podría ser, perfectamente, una imagen de la década pasada, cuando la mantenían al margen de los planes familiares. Solo que esta vez ella no lo sentía así. Estaba leyendo, vale. Pero Daphne y Kala, que discutían sobre Outer Banks en la hamaca de al lado, de vez en cuando la incluían en la conversación como si ella hubiese visto la serie. Y luego estaba Nick. Ese chico que, años atrás, jamás hubiera desviado la vista de sus cartas para dedicarle ni una sola mirada y que ahora, sin embargo, no dejaba de hacerlo.

De hecho, cuando Axel había entrado en el jardín, Nick se había colocado a su lado, en modo protector, por si volvía a darle un ataque de pánico. Una vez seguro de que ella estaba, y estaría, bien, se puso a jugar con ellos a las cartas. Aun así, no dejaba de echarle miradas de reojo que hacían que el corazón de Alanna saltase de alegría. Como la tonta que era. ¿No le había dejado claro que solo eran amigos? Entonces, ¿qué narices hacía ilusionándose con él? ¿Por qué no se arrancaba el beso de la cabeza de una vez?

No había dejado de pensar en la sensación de su boca sobre la suya, de sus manos acariciándose, de sus cuerpos rozándose... Jolín, Nick se había excitado. Ella se lo había provocado. Y, lejos de sentirse una mujer sexi y empoderada, se sentía una idiota.

Le había pedido a Daphne que le diera un poco de tiempo para poder hablar con ella, que necesitaba organizar sus pensamientos, sus sentimientos. Que no solo estaba Nick, sino también su hermano y que...

—¿Qué coño haces tú aquí? —graznó Venus, cortando de golpe sus pensamientos.

Todos giraron la cabeza hacia el punto de mira de Venus.

Alanna se sorprendió al ver a Oliver en el marco de la puerta de cristal que daba a la terraza, con un bañador rosa, una camiseta blanca y unas gafas de sol ovaladas.

—Buscarte a ti no —declaró el recién llegado con tono aburrido. Acto seguido, sus ojos se desplazaron por el lugar hasta dar con ella—. Hola, señorita.

«Hola señorita».

¿En serio? Si ver a Oliver allí plantado como un idiota le amargó el trago de cerveza, verlo buscándola fue como recibir una patada en los huevos. ¿Y por qué cojones lo saludaba con un beso en la mejilla? ¿Desde cuándo eran tan amiguitos?

—¡Oliver, qué sorpresa! —sonrió contenta. Nick rechinó los dientes.

—Me ha abierto tu prima —explicó, como si a alguien le importara—. La que no habla mucho.

—No eres bienvenido aquí —espetó Venus, haciendo patente su odio visceral hacia Oliver.

Que él, por supuesto, compartía.

—Para Venus —la detuvo Alanna, con una mano en alto—. Ya te ha dicho que no ha venido a verte a ti.

No, había ido a verla a ella.

Una Puesta de Sol y Nosotros [FINALIZADA]Onde histórias criam vida. Descubra agora