Capítulo 39

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—¿Sí? —respondió una voz de lo más alegre.

—Dile a Lucas que se ponga.

—No puede, ésta ocupadísimo durmiendo.

—Pues despiértalo —se quejó Nick, que hoy se había despertado con poca paciencia y mucho pie izquierdo—. Necesito hablar con él.

—A Lucas no le gusta que le molesten mientras está ocupado —qué toca huevos era también la novia de su mejor amigo cuando se lo proponía. Empezaba a entender la razón por la que era tan amiga de la pelirroja—, y para él dormir es estar ocupado.

—Me cago en todo, Daphne. Pásale el móvil que ya le despierto yo.

La bailarina bufó dándose por vencida. Al otro lado del auricular, se escucharon unos cuantos movimientos y, por fin, Lucas al teléfono.

—Dime tío —su amigo no sonaba nada somnoliento, todo lo contrario.

—¿No estabas durmiendo?

—¿Durmiendo? —pudo ver, sin verlo, que estaba frunciendo el ceño—. Llevo despierto desde las siete, tenía que cerrar unas cuantas cosas antes de... —y se calló.

—¿Antes de qué?

—Bambi y yo haremos una pequeña escapada.

—Dile a tu Bambi —se centró en esa mujer chiflada a la que había llegado a querer tanto como al resto de la familia—, que cuando la vea, la que va a estar ocupadísima corriendo va a ser ella.

—¿Por qué? ¿Qué ha hecho ahora?

—Ser una lianta.

Su amigo se rio.

—Daph es la mayor lianta del mundo —aseguró, con el orgullo tiñéndole la voz—. Pero la quiero, qué le voy a hacer.

Algo bonito y cálido se extendió por el pecho de Nick, como siempre le pasaba cuando veía a ese par juntos. Antes de que Daphne llegara a la vida de Lucas, su amigo tenía una vida de lo más aburrida. Programaba sus días minuto a minuto, nunca contradecía a su padre, nunca se dejaba llevar y nunca se enamoraba de las mujeres que conocía porque ninguna era su tipo. O todas lo eran y eso era lo que fallaba, ya no lo tenía tan claro.

Porque a diferencia de Nick, Lucas siempre buscó a su mujer perfecta. El problema es que la encontró en la más imperfecta de todas. La chica demasiado impulsiva que trabajaba como profesora de baile en la academia del pueblo y que rompió una a una todas esas normas absurdas que Lucas se había interpuesto. Ella lo desafiaba como nadie y él acababa cediendo como un idiota, no importaba la de veces que se quejara al respecto.

Era esa forma de entregarse completamente al otro lo que a él le daba tanto miedo. Sin embargo, cuando estaba con ellos y tenía el día tonto, se imaginaba encontrado algo parecido para él. Una mujer con la que conectara hasta el punto de entenderse solo con una mirada. Después recordaba la dependencia que creaba en el otro el amor, el control y el sufrimiento, y se le pasaba.

—Dime, ¿qué querías? —habló Lucas de nuevo, porque él se había quedado callado, perdido en sus pensamientos.

—Ayer vi a Jess.

Nick no había dormido una mierda. Su cabeza había repasado, unas cincuenta veces, la noche anterior de cabo a rabo. Desde que se tropezó con su exnovia hasta que Alanna se alejó de él muy enfadada y no tenía muy claro qué era lo que más le perturbaba.

—¡No jodas! ¿Dónde?

—En el bar, el nuevo Tony's —y tras una pausa, añadió—: Yo sabía que estaba por el pueblo, me lo dijo mi madre. Por eso no quería ir al concierto, pero tu hermana me lío y, pam, me la encontré de cara.

Una Puesta de Sol y Nosotros [FINALIZADA]Where stories live. Discover now