Capítulo 79

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Nick entró en casa todo empapado, con el pelo sobre las cejas, los ojos hinchados y el cuerpo todavía en tensión. Se quedó paralizado al verlos abrazados, pero no dijo nada. Tampoco hizo falta. Con la mirada que le echó a Axel fue suficiente para que este la soltara. Su hermano se limpió las manos en los vaqueros y se incorporó.

—Yo, eh, creo que es mejor que me vaya —miró a Alanna.

—Sí. —Fue Nick el que respondió—. Ni siquiera sé qué coño estabas haciendo aquí.

No había ni rastro del Nick tranquilo y despreocupado de siempre.

—He venido a despedirme de Lisa —aclaró el aludido—. Estaba en ello justo cuando habéis llegado. ¿Te llamo mañana? —Miró a Alanna con indecisión.

Ella le dedicó una sonrisa pequeña e insegura, pero asintió con la cabeza.

—Adiós Axel —Se despidió toscamente Nick.

El «adiós» de Axel fue un leve murmullo desanimado, antes de marcharse definitivamente.

Alanna se quedó mirando a Nick, que seguía apoyado sobre un mueble del salón, con los brazos y las piernas cruzadas. Su ceño fruncido y en sus ojos... un atisbo de algo que no pudo interpretar.

—Nick, lo...

Pero Nick no la dejó hablar. Cruzó la distancia que los separaba y se abalanzó sobre su boca, en un beso lleno de emociones contenidas. Ella gimió cuando le metió la lengua hasta el fondo y se colgó de su cuello, sin importarle que siguiera mojado. Era lo que necesitaba para soltar todo el dolor que se arremolinaba en la boca de su estómago. Era lo que necesitaba para poder volver a respirar.

Las manos de Nick se deslizaron despacio por el resto de su cuerpo. Acarició su cuello, sus hombros, sus brazos... hasta que llegó a sus costillas, donde se detuvo un segundo más de la cuenta. Alanna sabía por qué. Por esa costilla fracturada. Por ese daño infringido.

Nick separó sus labios de los suyos un instante para mirarla.

—Tendrías que habérmelo contado —le dijo.

—¿Para qué? —Alanna no apartó la mirada, aunque lo deseara—. ¿Para qué me tuvieras más lástima?

—No —negó él con convicción—. Para comprenderte mejor.

Su corazón se saltó un latido. Si no hubiera estado enamorada de él, estaba segura de lo que hubiera hecho justo en ese momento.

—Tu ansiedad, tus miedos, el odio hacia tu hermano...

—No le odio, Nick. —No le había odiado ni cuando creía que sí.

—Pues yo sí —declaró contrariado—. Y le hubiera partido la cara si no me hubieses frenado.

—Eh oye —le cogió la cara—. Tenía una razón, ¿vale? Una de peso.

—Me importa una mierda —gruñó—. No hay razones de peso para no ayudar a alguien.

Tal vez, pero... aun así, le contó la historia de Axel por encima. Pidiéndole por favor que no le dijera nada a nadie. Que tenía que ser un secreto entre los dos. Cuando Alanna terminó su discurso, Nick seguía enfadado, pero sus ganas de destrozar a Axel parecían haber remitido.

Él acarició sus pómulos con una dulzura cautivadora, bajó por sus mejillas y se detuvo en sus labios. Eliminó la presión de sus dientes con la yema del dedo, en un gesto tan suyo, hasta separarlos de la carne y luego, comenzó a mimar ese punto.

—Dices que eres una cobarde —su voz era clara y firme—, pero yo creo que eres la mujer más valiente que he conocido nunca.

Esas palabras fueron como un bálsamo para sus heridas. Se colaron por debajo de su piel y atravesaron sus defensas. Le fue imposible contener las lágrimas, que el arrastró con sus besos.

Una Puesta de Sol y Nosotros [FINALIZADA]Where stories live. Discover now