Capítulo 53

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Ya estaba todo listo para la noche de camping y la lluvia de estrellas. Daphne se había empeñado en sacar las tiendas de campaña del cobertizo de Marisa y montar un campamento en el jardín, para poder admirar el cielo repleto de estrellas.

«Hoy se duerme a la intemperie», les había enviado por mensaje junto a la foto de cómo había quedado todo. Kala y ella se habían pasado toda la tarde organizándolo. Habían colocado tres tiendas debajo de los únicos dos árboles que tenían en su jardín, los cuales habían decorado con pequeños farolillos de luz amarilla.

Fuera, en la hierba recién cortada, habían extendido una sábana gigante, con cojines de varios tamaños, y un cajón de madera que hacía de minimesa para las palomitas y las patatas. También había...

—¡Donuts! —exclamó casi sin querer—. Habéis comprado donuts.

Ella tenía una obsesión mal sana por los donuts con glaseado, no iba a negarlo.

—Los ha traído Nick —fue la respuesta escueta de Venus.

Una sonrisa se extendió por su rostro, sin poder evitarlo, mientras un sinfín de emociones se arremolinaban en el centro de su pecho. Buscó a Nick con la mirada para agradecerle en silencio, pero éste no le devolvió el gesto, y fingió estar muy ocupado recolocando los platos sobre el cajón.

—Ah —dijo entonces al aire—, qué bien.

Y fue a sentarse junto a Kala, que ocupaba un rincón de la sábana, con su guitarra española descansando a su lado. Lia, que finalmente había asistido al plan, estaba tumbada en una de las hamacas que había arrastrado desde la piscina interior y miraba el móvil con cara de aburrimiento. Daphne y Lucas ya estaban sentados también, apoderándose de la otra esquina, con una cerveza en la mano cada uno y una sonrisa cómplice en los labios, como si estuvieran hablando a través de sus mentes.

Alanna fue consciente de que los únicos huecos libres que quedaban eran otra de las hamacas, situadas al otro extremo de donde estaba Lia, y en medio de la sábana, entre Daphne y ella. No se hizo muchas ilusiones al respecto sobre quien ocuparía ese espacio, porque era bastante obvio. Prefirió gastar su energía saboreando el dulce.

Dios mío, ¿cómo un trozo de masa podía saber a gloria?

—¿Cuándo empieza esto? —quiso saber Lia sin despegar sus ojos del teléfono.

—En diez minutos —respondió su hermano, estirando el brazo para coger un puñado de palomitas que depositó en las manos de Daph.

Porque según Internet, la lluvia de estrellas comenzaba a la media noche.

—Podrías cantarte algo, Kala —saltó su amiga, con la boca llena de maíz—. No sé, una de La Oreja de Vang Gogh.

—¿De la Oreja de Vang Gogh?

—¿Qué? Pues tiene temazos, Lia —replicó Daphne, masticando más palomitas—. Además, pega con el momento.

La rubia, que disfrutaba más cantando que haciendo cualquier otra cosa en la vida, aceptó de inmediato. Se incorporó y se cruzó la guitarra al pecho, rasgando las cuerdas con suavidad. Venus y Nick reaparecieron de nuevo, con un par de cervezas para ellos, y unos cuatro botellines de agua, que dejaron en el suelo junto al cajón.

Su corazón dio un salto cuando lo sintió.

A Nick, justo a su lado.

Se había sentado entre Daphne y ella, dejando la tumbona vacía para Venus. Alanna no pudo, ni quiso, dirigir la vista hacia su prima para descubrir si estaba contenta o no con lo que le había tocado, pues estaba demasiado concentrada en la cercanía de Nick. Que no era mucha, pero sí lo suficiente para que todo su cuerpo se agitara inquieto.

Una Puesta de Sol y Nosotros [FINALIZADA]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ