Tres

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Mientras camino por el límite de la playa me encuentro a un grupo de agentes de la paz y reconozco a uno de ellos. Anubis. Pienso irme corriendo y girar sobre mis talones para tomar otro camino, pero lamentablemente ya me ha visto. Camino hacia el grupo de agentes de la paz mientras ellos caminan en la dirección contraria, hacia mi. Esbozo una sonrisa. 

- Seguid adelante- le pide al grupo de agentes de la paz.- Tengo que hablar con la señorita Seasse. 

Los agentes de la paz sueltan una risita como si hubiesen compartido algún tipo de confidencia y yo soy la tonta que no se entera de nada. 

Todos los agentes de la paz menos Anubis siguen caminando y nos dejan solos. 

- ¿Tienes ya mi perla?- pregunta el hombre apremiante. Lleva el uniforme al completo y no sé si el casco le estará asando la cabeza, por como me habla. Incluso lleva el bastón blanco con el que le he visto pegar a gente más de una vez. 

- ¿Ha quitado usted esos informes donde pone que mi padre entrega comida a algunas familias del distrito?- pregunto levantando una ceja. Sé para qué quiere esa perla, sé que va a hacer casi cualquier cosa por conseguirla. 

- No juegues conmigo- dice entre dientes.- Muchas otras chicas hacen muchas más cosas por menos- dice tomándome fuertemente por la muñeca y pegándome a su cuerpo. Esas chicas se acuestan con él con tal de conseguir dinero, o incluso más teselas que las demás. Normalmente son las hijas de los simples pescadores las que hacen este tipo de cosas y no muy frecuentemente... pero en un distrito tan grande, es normal que el hombre nunca duerma solo.

- ¿Quiere la perla para su mujer?- pregunto, pero no espero la respuesta.- Entonces elimine esos informes de la mesa del alcalde.- Tiro de mi mano y me suelto de su agarre.- Conseguir una perla no es tan fácil como parece- le aseguro.- Requiere tiempo. 

- Nos veremos, después de La cosecha. Procura tener mi perla para entonces- advierte antes de caminar y pasarme de lado en la dirección contraria. 

 Nunca he tenido que pedir teselas, pero aun así mi nombre todavía está varias veces en esa urna. 

Cuando voy llegando al pequeño edificio de madera me doy cuenta de las dos figuras sentadas en la arena, Finnick y Annie están sentados y hablando en susurros. Finnick es un ídolo aquí y en casi todas partes, es el mejor referente que uno puede tener. Es guapo, atlético y la persona más joven en ganar los Juegos, a los catorce años. Annie por el contrario sufrió mucho en sus Juegos y ahora es emocionalmente inestable, o eso dicen. Cuando Finnick está en el distrito, y no en el Capitolio, siempre están juntos. Es bastante romántico. 

Giro mi cabeza hacia el edificio y veo como el grupo de cinco personas agitan las manos para saludarme. Acelero el paso y una sonrisa se forma en mi rostro. 



73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADAWhere stories live. Discover now