Catorce

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Me acerco mucho antes que Oceanus a la ventana. La curiosidad se apodera de mi. Necesito ver el Capitolio, quiero verlo con mis propios ojos. La gente es muy extraña. Sus peinados, sus caras, su ropa... o incluso la forma de sus cuerpos. Parece como si todos los días se atiborrasen de comida y tan solo usaran esos coches para moverse por la ciudad. 

La gente empieza a señalarnos y a saludar cuando nos reconocen. Que piensen que es un honor estar ahí. Repite la voz de mi madre en mi cabeza. Levanto una mano y comienzo a saludarlos del vuelta al igual que Oceanus. No hay cosa que les guste más a los del Capitolio que unos buenos tributos... 

Estoy tumbada en un mesa rodeada de tres mujeres que no dejan de hacerle cosas a mi cuerpo en el Centro de Renovación. Si esto es a lo que Gala se refería con ponernos presentables... no sé a que se referirá cuando alguien necesite realmente ponerse guapo. 

- ¿Cómo es que no tienes pelos en las piernas?- pregunta una de las mujeres. La más normal de las tres. Levanto la cabeza un poco para mirar mis piernas. 

- Soy una buscadora- le digo.- Sé lo que es la depilación... 

- Es algo normal en el Distrito 4- aclara otra de las mujeres. Si es normal en mi Distrito significa que tal vez no lo sea en todos. 

- ¿Deberíamos depilarle también los brazos aunque tenga el pelo rubio?- pregunta la misma mujer que preguntó antes. 

- Sí- responde la única que no ha hablado todavía.- Es que es nueva en esto- justifica. 

Después de depilarme totalmente... solo dejan pelo en mi cabeza y en mis cejas. Comienzan a embadurnarme el cuerpo con una crema que parece tener granitos de arena. Me raspa un poco el cuerpo, pero a la misma vez es como recibir un masaje. Si cierro los ojos casi podría imaginar que estoy de vuelta en el Distrito 4. 

- ¿Sabes que te pareces mucho a Finnick Odair?- pregunta la nueva con entusiasmo mientras me mira muy directamente a los ojos. 

- ¿Conocéis a Finnick Odair?- les pregunto volviendo a levantar de la mesa un poco la cabeza. 

- Ja- se rie secamente una de ellas.- Todas estamos coladas por sus huesos... 

- ¿Coladas por sus huesos?- pregunto frunciendo las cejas. ¿Quieren verlo muerto? 

- Pobre niña,- comienza a decir una- eso significa que estamos enamoradas de él- aclara. 

- Lo he visto varias veces en la playa en la que trabajo...- comienzo a decir. 

- ¿Lo conoces?- pregunta una dejando caer las manos fuera de mi cuerpo. 

- No, pero si lo he visto...- cierro la boca cuando me doy cuenta de que iba a mencionar a Annie. Casi mejor guardarme la información para mi misma- varias veces- termino diciendo.  

Las mujeres vuelven al trabajo y siguen revisando mi cuerpo centímetro a centímetro para dejarlo perfecto. Cuando terminan de darme cremas y potingues me paso una mano por encima del muslo. La piel está increíblemente suave, como si fuese un bebé recién nacido. 

- ¡Estás fabulosa!- exclama la más normal de las tres. Esbozo una pequeña sonrisa. Hazles creer que es un honor... me recuerda la voz de mi madre. 

- Sí, gracias- digo tomando las manos de la mujer entre las mías.- Gracias  a las tres. 

- No te preocupes... Cuando Crénada termine contigo estarás fabulosa- vuelve a decir la mujer más normal. 

- ¡Fantastica!- dice otra de las tres. 

- ¡Espectacular!- exclama la última. 

Genial. Al menos sé que se les da bien eso de expresar con palabras lo bien que voy a quedar. Las tres salen del cuarto dejándome de pie junto a la mesa de metal donde he estado tumbada por más tiempo del que me hubiese gustado. 

Cruzo los pies y espero pacientemente mirando fijamente la puerta frente a mi. La puerta se abre de nuevo. En un impulso descruzo las piernas y coloco la espalda bien recta. Mi estilista, Crénada, parece una mujer joven... pero con las tecnologías de las que dispone el Capitolio nunca se sabe. Tiene el pelo largo y de varios colores. Con tanto color parece un exótico y llamativo pez. Tiene dos bucles en la cabeza que me recuerdan a las olas del mar, aunque el color es rubio y castaño. Tiene un traje con un cuello muy alto que parece de un material muy incómodo. Sus párpados tienen un montón de potingues y sus labios una gruesa capa de brillo. 

- Hola, Kora. Soy Crénada, tu estilista- dice la mujer mientras se acerca a mi colocando concienzudamente un pie delante del otro mientras camina. Su acento del Capitolio resuena por toda habitación. 

- Encantada- dig tratando de sonar entusiasmada, feliz y honrada. 




73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADAWhere stories live. Discover now