Ciento cuatro

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Supongo que es un alivio que nos dejen a todos saltarnos el corte de pelo. Me gusta mi pelo tal y como está, gracias. 

- ¿Quieres que te acompañe?- le pregunto a Gale, refiriéndome a acompañarlo a contarle la noticia a su familia. 

- No hace falta- dice agitando la mano-. Nos veremos después. 

- Suerte- susurro mientras se aleja. 

Beetee le ha preparado a Finnick el tridente más increíble que he visto en mi vida. Todavía estoy un poco molesta porque no va a decirle nada a Annie. En realidad, estoy muy molesta. Ella es su mujer... esposa o como la llame, ahora, no debería irse sin despedirse. 

- ¿Estás celosa ahora?- pregunta Beetee mientras me ve observando el tridente desde muy cerca. 

- Lo siento, Beetee, pero sigo prefiriendo los fusiles de asalto. 

- Unos cuchillos te identificarían mejor- apunta Finnick. 

- No quiero ser reconocida. Solo quiero mezclarme entre la multitud de soldados- comento. 

- Ambos sabemos que eso no es posible- dice Finnick lanzándome un guiño-. Incluso en un grupo de chicas rubias y de ojos verdes, destacarías. 

Casi me olvido de que estoy enfada con él. Molesta. Casi, solo casi. 

- La adulación no te va a funcionar, amigo- digo palmeándole el hombro mientras me alejo. 

Se supone que tenemos que pasar una noche de sueño reconfortante, pero todos sabemos que en mi vida... sueño y reconfortante no funcionan juntos. De cualquier forma, posiblemente en medio de la noche, antes de partir hasta el Capitolio, me cuelo en la cama de Gale y me acuesto a su lado. A él parece no importarle, ni siquiera abre los ojos, simplemente me usa como almohada, una almohada extra y no me importa lo más mínimo. 

Por la mañana no hay nada de tiempo para desayunar. Lo haremos en el aerodeslizador y tomando comida de esas bolsitas de papel que usan los soldados... usamos los soldados. El uniforme de soldado es el mismo de siempre. Los pantalones tienen unos tirantes negros que pasan por encima de mi camiseta gris y que me agarran los pantalones mucho más al cuerpo. Obviamente esto me recuerda demasiado a mis juegos. Gale lleva su ballesta, Katniss su arco y Finnick su tridente. 

Nuestro... pelotón está formado por otros cinco soldados del trece. Está Jackson, una mujer de mediana edad y segunda al mando que de pelo oscuro. Un par de hermanas de veintitantos años llamadas Leeg (las llamamos Leeg 1 y Leeg 2 para aclararnos), las dos estaban con Gale y conmigo en nuestro nivel de entrenamiento, aunque nunca hemos hablado con ninguna de ellas. Después tenemos dos hombres más mayores, aunque no mucho, Mitchell y Homes. 

Nada más  aterrizar en los exteriores del Capitolio tenemos que acudir a una especie de reunión. La mujer sobre el escenario y con una pantalla gigante detrás que muestra imágenes es la comandante Paylor, quien nos recibió en el Distrito ocho. Nos situamos entre la multitud y escuchamos el discurso. 

- Soy la comandante Paylor del Distrito ocho- se presenta- soy una soldado, como todos vosotros. Y puedo deciros que por primera vez en nuestra vida somos trece Distritos unidos. Por lo que veo aquí ya hemos hecho historia- todo el mundo a nuestro alrededor comienza a gritar de alegría y a aplaudir. Me contengo. Si no me equivoco la batalla no ha empezado para mi, no es hora de cantar victoria.  

- ... Nos enfrentamos a un enemigo que jamas cambiará o se rendirá. El presidente Snow ha retirado a los agentes de la paz para fortificar el centro de la ciudad. Está evacuando a los residentes de la periferia. Esos civiles estarán confundidos y desesperados. Tenéis orden de no atacarles. Los sanitarios ayudarán a todo aquel que lo necesite... 

73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADAWhere stories live. Discover now