Treinta y seis

3.4K 331 14
                                    

Las personas que aparecen en el cielo son Crystal, la chica del tres, la chica del nueve y el chico del diez. Es Selver quien me cuenta las muertes mientras se mantiene asomado por el borde de la cueva. Yo ni siquiera tenía intención de mirar quien había muerto pero ahora que lo sé la sangre me late fuertemente por las venas. 

Solo quedamos cuatro. 

- ¿Ha sido un día muy largo verdad?- pregunta quitándose los guantes y frotándose una mano contra la otra. 

- Primero el alud... después la tormenta- digo con un suspiro.- Estamos muriendo rápidamente. 

- ¿Estamos?- pregunta confundido. 

- Ellos... nosotros. No sabemos quien es el siguiente- explico encogiéndome de hombros.- Estoy sufriendo la espera. 

- Se necesita más coraje para sufrir que para morir- responde simplemente mirando el suelo, como si estuviese recordando la persona que le dijo esa frase.- ¿Qué es eso que tienes en tu mano?- pregunta mirando fijamente mi dedo y... mi anillo. 

- Nada- digo escondiendo la mano rápidamente con nerviosismo.- Solo un anillo... de mi cumpleaños.

- ¿Puedo verlo?- pregunta colocándose de rodillas para estar más cerca de mi. Alarga el brazo hacia mi y espera. 

- Eh... no estoy segura de querer enseñártelo- digo agarrando una mano con la otra y llevándomela a mi pecho. 

- Venga, ¿crees que te voy a robar un anillo?- pregunta riéndose de mi.- Tu espada me sería más útil que... 

Como tiene razón alargo la mano y lo hago callar. Él la toma entre las suyas con ojos curiosos y comienza a mirar el anillo. 

- ¡Oh! Pensaba que sería una baratija... pero esto son diamantes de verdad. 

- ¿Cómo lo sabes?- pregunto intrigada y casi levantándome de un salto. 

- Soy del Distrito uno. ¿No es eso suficiente para ti?- pregunta levantando los brazos hacia arriba. 

- Supongo que sí- respondo algo retraída. Por un momento he pensado que iba a dejar caer sus brazos sobre mi y a intentar matarme. Pero entonces he pensado que yo podría tan solo tomar la espada y clavarla en su estómago mientras él caía hacia mi. Pero nada de eso pasa. 

Justo antes de que ninguno diga nada escuchamos el pitido. Un paracaídas de los Patrocinadores cae justo en la entrada de la cueva. Selver gatea hasta el lugar y trae el paracaídas al interior. 

- ¿Cómo sabremos de quien es?- pregunto a Selver mientras lo abre. Él responde estendiendo la nota hacia mi cara. 

Dos por el precio de uno. 

- Hyperon. 

- Vaya- digo simplemente. Más claro agua. Nos mandan un único regalo para dos personas.- ¿Qué es? 

- Agua caliente- dice decepcionado mientras observa el líquido dentro de la lata. 

- ¿Estás de broma?- pregunto disgustada y acercándome más cerca. ¿Dos por el precio de uno? Nos ha enviado agua caliente... eso no da ni para empezar. 

- Esperaremos hasta que se enfríe- propone.- Así evitaremos el sabor a pis. 

Eso hace que tenga ganas de reír, pero me contengo. 

- Será mejor si la tomamos ahora que está caliente... nos hará entrar en calor- sugiero utilizando esa voz que usa mi madre con mi hermano cuando propone cosas que no son buenas. 

- No hay cuchara...- dice mientras comienza a rebuscar por el suelo de la cueva como si se hubiese caído. 

- Es agua, no sopa- digo reprendiéndole. Selver levanta la mirada y pone cara de horror- ¿Te da miedo que te contagie la belleza?- pregunto de una forma falsamente inocente. 

- Cuando quieres puedes ser graciosa...- dice señalándome con un dedo.- ¿Cómo decidimos quien bebe primero? 

Ruedo los ojos. 

- ¡Por favor, bebe tú primero si tan escrupuloso eres!- digo molesta. 

Y así lo hace. Selver por lo menos no se propasa y solo bebe la mitad del bote. Si se lo hubiese bebido entero se lo haría pagar. 

El liquido está lo suficientemente caliente para hacerme estremecer de alegría. Noto como me calienta la boca, la garganta y al final el estomago cuando baja. Es como volver a sentir el calor. Creía que ya nunca más volvería a sentirlo porque aquí fuera uno olvida rápidamente lo que es estar junto al calor. 

Ganaré aunque tenga que matar a Selver. 

- Deberías dormir- sugiere de forma inocente. 

- No, voy a quedarme despierta toda la noche vigilándote- aseguro enderezando la espalda, colocando la manta de la mochila a mi alrededor y cruzando los brazos sobre mi pecho.

Cuando la tormenta pase nos separaremos. Nos separaremos y solo nos volveremos a ver para matarnos el uno al otro. 

73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADAWhere stories live. Discover now