Ochenta y seis

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Gale y yo nos pasamos la tarde en diferentes lugares. Creo que él se ha quedado con Beetee haciendo más bocetos sobre trampas y cosas así. Tal vez me entere mañana de los progresos. Yo, por mi parte, tengo otra vez entrenamiento militar. Hoy hemos tenido que colocar las bombas en lugares muy estrechos para así hacer las practicas más difíciles. Según la entrenadora colocar una bomba es la parte fácil, porque solo tienes que pegarla en el lugar que deseas y largarte de allí. No sé si estoy de acuerdo con ella. Meternos debajo de los coches de los agentes de la paz, introducirnos entre la maquinaria de los aerodeslizadores y cosas así... requiere mucha paciencia. Obviamente solo eran practicas, no hemos hecho funcionar ninguna bomba ni nada, solo aprender a colocarlas. Los chicos y chicas... que son más bien de la edad de Gale o mayores, son muy eficientes y no son malos compañeros, pero ninguno me habla. 

- ¡Soldado Seasse!- me llama la entrenadora o instructora... o como realmente la llamen aquí, porque para nosotros es "señora".- Llévele al soldado Hawthorne otro de estos impresos para que lo rellene. Debe entregármelos, al igual que todo el mundo, mañana por la mañana. 

- Sí, señora- respondo tomando los folios de sus manos. Aquí en el trece el papel se da con cuentagotas por eso debemos aprovechar al máximo los espacios libres. A todos los de este nivel de entrenamiento militar nos ha entregado los mismos papeles, al parece es algo... como unos exámenes o un ejercicio sobre lo que hemos aprendido. 

Dejo los papeles encima de la mesa de nuestro compartimento. La entrenadora también nos ha entregado un lápiz a cada uno, que debemos devolver junto con los papeles mañana. La hora de "reflexión familiar" llega y no he visto a Gale. Dejo mi papel de los ejercicios sobre la mesa junto con el lápiz. Son ejercicios sobre bombas. Voy a tener que ayudar a Gale porque él no ha estado hoy en el entrenamiento, solo estuvo durante la explicación de aquel profesor, en la que aprendimos a manipular las bombas y aprendimos sus partes, tipos, tamaños, cables... todo. 

Finnick está mucho mejor. Habla conmigo sobre la propo. No le cuento nada sobre lo asustada que estaba, solo comentamos la entrevista en la que salgo yo. Los minutos de silencio superan con creces a los de habla... pero vale la pena escuchar de nuevo la voz de Finnick. 

- Le pedi a Katniss que me dejara acompañarla- confiesa Finnick. 

- ¡¿Te falta una marea?!- le pregunto de repente enfadada con él.- ¿Ves esto?- le pregunto señalando las paredes. Cuando el asiente fuertemente me calmo.- Es un hospital, Finnick. No puedes ir por ahí pidiendo a la gente que te lleve a la batalla... 

- Estaba en ropa interior- dice Finnick con una pequeña sonrisa. Me relajo mucho más y dejo que mi cuerpo se resbale por la silla hasta tener las piernas estiradas y la cabeza apoyada en el respaldo.- Katniss se distrajo mucho- dice añadiendo una risa. 

- Estoy segura de eso... ¿no te acuerdas de que la gente desnuda la pone nerviosa?- le pregunto mirando hacia el techo. 

- No estaba realmente desnudo- apunta.- Solo insoportablemente sexy... 

- Eres demasiado provocativo para Katniss. Ya sabes que ella es todo pureza...- le recuerdo. Todo el mundo lo sabe. Katniss es más inocente que un bebé en cuanto a amor se refiere. Solo hay que ver lo... contenida que era con Peeta. O al menos eso decía Finnick. 

- Tienes razón. ¿Crees que tú habrías soportado mejor mirarme en ropa interior?- pregunta levantando una ceja desafiándome a responder.

- El mar es un amante, fiel respuesta al deseo- le respondo simplemente, recordando una de las frases más típicas usadas en el cuatro para referirse a la gente que no puede controlarse en mostrar su amor en público. 

- Siempre me ha gustado esa frase... creo que te define muy bien- asegura Finnick.- Creo recordar que antes de tus juegos eras de esas que iban por ahí... 

Evito que termine la farse porque me levanto rapidamente de la silla y me lanzo a tarparle la boca con las manos. Cuando estoy segura de que no va a terminar la frase, retiro la mano lentamente. 

- ¿Cómo te llamaba ese chico mientras te besaba?- pregunta mientras se lleva una mano a la barbilla y se pone a pensar... o al menos hace como que piensa.- Te llamaba su sol, ¿no?- pregunta bromeando. Me dejo caer en la silla. 

- ¡Me rindo!- exclamo dramaticamente en señal de derrota. 

- No creo que el chico estuviese ni siquiera cerca de acertar con lo que tú eres- dice lentamente. De repente me quedo increíblemente quieta. Escucho.- ¿Recuerdas esa frase que decían los marineros a las chicas? Ya sabes... los más viejos de todos.- Asiento en respuesta mientras hago memoria.- Bien, porque no es eso...- una sonrisa enorme se extiende en mi cara.- Te pareces al mar. La misma mirada líquida, la calma... y por dentro, la tormenta. El mar es bonito por fuera... es como mirarte a los ojos- o mirar los de Finnick, por supuesto- pero... tú sabes, mejor que nadie, que es más bonito por dentro. 

- Finnick- digo volviendo a abrir los ojos.- Tu también eres igual... todo el mundo puede tener una buena impresión de ti cuando te ven, pero cuando llegan a conocerte se dan cuenta de que eres todavía mejor. 

Entro en el comedor sola llena de esperanza. Si Finnick sigue así, comportándose como antes, va a poder estar correteando en ropa interior por los pasillos del trece en menos que rompe una ola contra las rocas. 

¡Hey! ¿Qué tal? En este capitulo he decidido añadir, como podéis ver, unas cuantas frases con referencia al Distrito cuatro. Espero que os guste. 

73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADAWhere stories live. Discover now