Treinta y cuatro

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Tres cañones habían sonado hoy. Uno por Randall, otro por el chico del cinco al que no vi y por último uno para el pequeño rubio del distrito nueve que fue asesinado por Randall. Ya llevo dos muertes a mis espaldas. Dos muertes que comienzan a pesar. 

Duermo con la espada preparada en una mano para atacar. No he usado la linterna hasta ahora, pero he decidido moverme un poco y buscar algún otro lugar al que ir. 

Puede que haya dormido cerca de cuatro hora, puede que un poco más. Pero salto hasta la base del árbol con la espada en una mano y la linterna en la otra. 

Camino hasta el lago con la linterna y sin encontrarme a nadie. En realidad solo he recorrido la parte del bosque más cercana al lago, la otra parte ni la he pisado, puede que por eso no me haya encontrado con ningún otro tributo. 

El caso es que quiero explorar la montaña. Desde la plataforma vi que allí hay rocas, y rocas puede que signifique cuevas. Y sin duda las cuevas son refugio. 

Caminar hasta la montaña lleva horas. Hago paradas por el camino y bebo agua muy poco a poco. Cada vez tengo menos cerillas porque al día tengo que encender dos fuegos para rellenar la botella. Uno por la mañana y otro por la tarde, ninguno por la noche. No quiero alertar a nadie de mi presencia. 

No voy a subir a la montaña. Nunca hay que subir a la montaña, siempre hay que bajar. Decía Philip. Yo confío en él con todo mi ser. Nos enseña a todos como si fuésemos sus hijos. ¿De verdad él quería que sus hijos fueran cosechados? Creo que después de verlos aquí se hubiese arrepentido. 

Escucho a alguien correr por la zona de mi izquierda. Me pego a un árbol y trato de hacerme invisible. Miro de reojo y veo pasar primero a una chica. Corre como una pequeña gacela. Después veo pasar a Isolda y me quedo paralizada. 

La está persiguiendo como si fuese una presa. Como Oceanus me persiguió a mi. Es vivir o morir. Puedes matar en defensa propia, pero esto es cazar en toda regla. Yo he visto a Isolda pelear en el Centro de Entrenamiento. A esa chica, si podemos llamarla así, no le gusta perder. Recuerdo cuando se pavoneó delante de todos contando como le rompió las costillas a una niña de su colegio. Estoy segura de que todos la temían. 

Llego al pie de la montaña cuando suena el cañonazo y entonces lo sé. Isolde ha matado a su presa. Tengo unas ganas increíbles de vomitar. 

Hay un montón de rocas gigantes y grises en la falda de la montaña. Solo encuentro rocas de momento, nada de cuevas. Puede que estén más arriba. 

Miro hacia la parte alta de la montaña y me detengo. Piensa, Kora, piensa. Niebla blanca, por encima de la montaña. 

¡Oh! ¡ALUD DE NIEVE! 

Me giro rapidamente y hecho a correr como si me llevase una fuerte corriente de agua. La nieve ha comenzado a desprenderse como si fuesen capas de una cebolla y cae hacia abajo. Grande, blanca, pura, fría y mortal. Así es la nieve. 

Justo cuando paso junto a la Cornucopia, gran error por mi parte, me choco con alguien. Los dos caemos al suelo pero yo me levanto rápidamente y echo a correr. 

- ¿Por qué corres?- pregunta a quien reconozco como Selver. Por la voz, no porque lo haya visto. 

- ¡Alud, idiota!- grito sin mirar atrás. 

Tengo que llegar a los árboles porque estoy segura que el alud va a enterrar la Cornucopia. Los cañones no dejan de sonar. ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! Tres cañones. 

Cuando paso la primera línea de árboles noto a alguien corriendo detrás de mi. Giro la cabeza y veo a Selver siguiéndome el paso rápidamente. 

- ¿Puedes dejar de seguirme?- pregunto irritada. Lo raro es que no me haya matado ya con el arco. No sabía que se le daba bien.

- Quiero una alianza contigo- dice mientras trata de correr más rápido para alcanzarme. Me giro bruscamente hacia él y le lanzo una mirada envenenada. 

- No- digo secamente. 

- ¿Por...- comienza pero no le da tiempo antes de que un fuerte viento llegue y comience la peor tormenta de nieve de la historia. 

Corro en dirección al único refugio anti- tormentas de nieve que conozco. La cueva. 

Los Vigilantes se están currando su trabajo demasiado. En serio. Podrían darnos un descanso para reponer fuerzas o algo. No, parece que ellos quieren acabar rápido con esto. Si siguen así para mañana habremos muerto todos los tributos y no tendrán ningún vencedor. 

No, ellos siempre quieren un ganador. Dice Philip en mi cabeza. 

73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADAWhere stories live. Discover now