Noventa y uno

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Rescatar a Peeta. Ese es el tema de conversación de está reunión. Hemos perdido de vista a Katniss, no sabemos en que parte del Distrito se esconde, pero Haymitch está buscándola. Necesitan voluntarios y, por supuesto, yo me he presentado voluntaria. ¿Para que necesito tanto entrenamiento militar si no lo uso para rescatar a Annie? Se lo prometí a Finnick y yo cumplo con mis promesas. Boggs va a dirigir la misión. En total somos siete. Solo conozco a Gale y a Boggs, los demás no me suenan porque son más mayores, tal vez rondando los treinta. ¿Cabe mencionar que soy la única chica? Sí, creo que sí. No están demasiado contentos cuando me ofrezco voluntaria. Soy una vencedora y me usan en sus propos. 

- ¡De todas formas ibais a abandonarme en el Capitolio!- grito de repente enfurecida.- ¿Qué diferencia hay?- pregunto mirando con furia a todos los de la sala de mando. 

- ¡Preparaos!- ordena Boggs. Está claro que estoy dentro porque... no soy valiosa. 

La misión es sencilla. Beetee controla desde el trece los radares que pueden detectar los aerodeslizadores que entran y salen del espacio aéreo del Capitolio. Nuestro objetivo está en el interior del centro de entrenamiento. El Distrito cinco ha dejado sin electricidad al Capitolio, lo cual es una ventaja para nosotros y solo supone que tendremos que llevas las luces de los cascos encendidas. Todos tenemos también cámaras en ellos para que puedan ver lo que vemos, e incluso ver nuestras caras. Finnick es una de nuestras armas de defensa. 

Me paro frente a él con Gale detrás de mi esperando. Lo agarro por los hombros y lo miro a los ojos. Está inquieto, se supone que debo irme ya al hangar. Pero no sin darle lo único que puedo. 

- Puedes usar también mi historia. No me confesaron ningún secreto... pero puedes usarme a mi en el peor de los casos. Te quiero, Finnick. La traeré de vuelta. 

Después de eso Gale y yo corremos por los pasillos hasta el hangar y nos montamos en el aerodeslizador. Tomamos asiento y comienzo a respirar tranquilamente. Todos estamos en silencio y nos mantenemos concentrado en la misión. Seguir todos los pasos. Me han asignado a la retaguardia, lo que significa que voy a avanzar hacia el objetivo de rescate por detrás de los demás. 

Ya puedo oír a Finnick en mi cabeza. Harás lo que sea para proteger a tu familia. Te arrastras de cama en cama como un esclavo para mantenerlos vivos. Y ellos nunca deben saberlo. Nunca dejes que sepan lo que hacen. En el Capitolio pueden saberlo a gritos, pueden alabarte por ello. Pero nunca debe saberlo la gente que te quiere, porque por eso mismo, porque lo haces por ello, sentirán que son una carga... y ellos nunca lo son. Serás una esclava de sus deseos, pero no se darán cuenta de cuantas veces los matas en tu cabeza, ni las noches que pasas en vela porque cada vez que cierras los ojos ves sus caras. Son como animales, nunca tienen suficiente de ti. Cuando más, mejor. 

Finnick tenía razón con esas palabras. He matado más veces de las que me gustaría admitir a todos los que me han hecho daño en el Capitolio. Los he matado rompiendo una copa y rajándoles la garganta con el cristal. Los he matado asfixiándolos con una almohada, ahogándolos en el jacuzzi, con mis propias manos alrededor de sus cuellos, a puñetazos y a patadas, envenenándoles las copas, con un cuchillo robado durante el desayuno... mil formas para matar a alguien en mi cabeza. Mil muertes que nunca he llevado a cabo en la realidad. 

- Sinsajo uno, sinsajo uno. A un minuto del perimetro de defensa- oigo a la voz del Distrito trece en mis oídos. Levanto la cabeza y miro a Gale sentado a mi lado. Tenemos una silla entre cada uno de nosotros. Lo miro y él también, pero ninguno dice o hace nada. 

- Apagando- dice otra voz de mujer en mi casco. Es la piloto. Todo el aerodeslizador se sume en la oscuridad y solo nos quedan unas pequeñitas luces rojas que iluminan el borde de las paredes. 

73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADAWhere stories live. Discover now