Treinta

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La noche se cierne sobre la arena. Cómo desearía poder tener alguna manta, saco, tienda... fuego. ¡Algo! Me apoyo contra la incomoda pared de roca y saco la botella de metal y la bolsa transparente llena de carne seca. Tomo un poco de la carne y hago que baje con sorbos de agua. No es que sea tonta, pero me tomo la mitad de la bolsa de carne seca. Necesito el doble de calorías solo para mantener la temperatura de mi cuerpo y no congelarme viva. 

Cuando oigo el himno que precede al recuento de bajas asomo la cabeza fuera de la cueva. Nada del uno o el dos. El chico del tres ha caído. Oceanus no aparece en el cielo, por lo que no ha muerto después de todo. La chica del distrito cinco también ha muerto. El chico del seis que me empujó durante el baño de sangre también está muerto. La chica del siete. Los dos del distrito ocho. El distrito  once y el doce. 

Recuerdo a los del doce. Los pobres eran las personas más delgadas y tristes que jamás había visto. Creo que ellos mismos sabían que estaban condenados. 

Cuando todo termina me acurruco en una bola y abrazo la mochila antes de cerrar mis ojos para intentar dormir. Durante la noche vuelvo a oír un único cañón. Otro tributo caído. 

Me levanto cuando el sol comienza a salir y me da justo directamente en la cara e ilumina todo el interior de la cueva. Pongo una mano por encima de mis ojos y busco la botella entre mi ropa. La saco y después la agito. 

- ¡Genial!- susurro sarcasticamente. Está vacía. 

Me coloco la mochila a la espalda y salgo de la cueva, pero lo que encuentro fuera no es para nada lo que había ayer. 

Me quedo paralizada y parpadeando demasiadas veces para ver lo que antes era el lago. Tomo aire por la boca y me arrepiento enseguida porque está muy frío. 

El lago está completamente congelado, al igual que la cascada... 

Oigo un crujido por encima y me lanzo hacia adelante cuando veo el trozo gigante de agua de cascada congelada caer sobre mi. Mi cara choca contra la feria nieve y me giro para ver mis pies. Solo unos centímetros separan mis pies del lugar del impacto del gran trozo de hielo que me habría matado. 

Me levanto del suelo y sacudo la nieve de mi cuerpo. ¡Estoy lista! 

El trozo gigante de hielo transparentoso que alguna vez formó parte de una cascada, tapona ahora la entrada a mi cueva. 

El humor de los Vigilantes no me hace ninguna gracia. Suelto un gruñido y  me giro hacia el ahora... congelado lago. Toda el agua derretida que había en esta arena estaba dentro de ese lago, ahora tengo que pasar al maldito plan b y antes de que me deshidrate. 

¿He dicho ya que odio el frío? 

Podría haber pescado en el lago casi usando cualquier cosa, ahora ni siquiera voy a poder pescar... a no ser que haga un agujero en el hielo. 

Descarto la idea rapidamente. Es peligrosa porque el hielo puede romperse y además me pondría a sudar mucho por hacer tanto esfuerzo y después el sudor se congelaría sobre mi piel... Y moriría, básicamente. 

Medio paquete de carne seca. Canturrea mi mente con tono burlón. Solo voy a tener comida para hoy, como mucho. 

Veo algo rosa chillón moverse entre lo árboles. Rápidamente corro junto al pino más cercano y me pego al tronco. Observo toda la escena desde una distancia prudente. de hecho tengo una mano colocada por encima del cinturón con cuchillos que llevo atado por encima del chaquetón. 

La chica del distrito diez, la reconozco por el color tan inapropiado de su ropa, sale de entre la línea de árboles y camina hacia el lago. Supongo que está buscando agua, pero ya no queda nada derretido. La chica camina por encima del lago como si caminase por encima de la nieve normal. Parpadeo un par de veces atónita ante su imprudencia. 

Seguramente todo Panem se pregunte: ¿Qué hace la tributo del distrito cuatro que no la mata? Buena pregunta. No quiero matar de momento. No hasta que sea estrictamente necesario. 

Comienzo a oír unos horribles crujidos de hielo, como los que oí antes de que el gran trozo cayese en la entrada de la cueva. Observo la cascada un segundo antes de oír el grito de pánico y el capoteo del agua. 

La tributo del ha caído através del hielo, al interior de lago helado. Oigo el chapoteo desde detrás del árbol, pero no la veo. 

- ¡Socorro!- grita la chica antes de volver a caer hacia el agua. Está loca si cree que alguien va a ayudarla. Incluso si alguien la ayuda no creo que sobreviva.- ¡Ayuda!- grita una ultima vez y entonces... 

Cañonazo. 

73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADAWhere stories live. Discover now