Once

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Me dejan en una sala y cierran la puerta tras de mí. Me acerco rápidamente a la ventana, pero esta da a la parte trasera del edificio y por este lado todo está en completa calma. Hay sillones de terciopelo y una mesa de café en una esquina, y aunque parecen muy cómodos me niego a probarlos. Si dejo de dar vueltas por la sala y me paro a pensar en lo que está pasando empezare a llorar como un bebé y eso no será nada útil.

Mi hermano y mi madre entran en la sala como un torbellino. Se lanzan a mis brazos y yo las abrazo tal vez con más fuerza y respirando su olor, el olor a casa. Mi hermano se despega de mí a la misma vez que mi madre y limpia las lagrimas de sus mejillas.

- Tu padre....- comienza mi madre, su mano tiembla cuando en el bolsillo de su vestido. Mi padre no llega hasta mañana y ahora no estaré aquí para cuando regrese- Tu padre y yo... te íbamos a dar esto por tu cumpleaños.

Mi madre coloca en la palma de mi mano un precioso y delicado anillo. Un anillo de oro con cuatro diamantes o perlas, o que se yo.

- Pensábamos dártelo esta tarde pero...- mi madre deja de hablar con un sollozo.

- Por favor mamá, no llores- digo envolviéndola en un suave abrazo de nuevo. Ella asiente contra mi hombro y se despega de mí. Sabe que si ella empieza a llorar me sentiré aun peor.

- Bueno... guárdalo muy bien- cierra mi mano alrededor del anillo- Feliz cumpleaños, hija- su tono suena a un adiós, una despedida, más que un feliz cumpleaños.

- Feliz cumpleaños- pronuncia mi hermano mientras dos gotitas de agua ruedan por sus regordetas mejillas.

Sin duda esto no es un cumpleaños, aquí y ahora estamos asistiendo a mi funeral. Incluso aunque tuviese posibilidades de sobrevivir siempre hay que tener encuentra las posibilidades no hacerlo.

- Llevas toda la vida preparándote para esto- dice mi madre tomando mis manos entre las suyas- tienes posibilidades de ganar.

- Somos veinticuatro. Tengo una entre veinticuatro posibilidades. - me quejo.

- Entonces destaca sobre los demás- dice mi madre tomando mi cara entre sus manos y obligándome a mirarla a los ojos.- Tú eres Kora Seasse, eres una Buscadora de Perlas, la más joven de la historia.

- Quiero que vuelvas a casa- dice mi hermano pasado una mano por mi pelo mientras las lágrimas siguen cayendo. 

- Lucha hasta el final, no te des por vencida tan pronto. No dejes que noten que odias los juegos, hazles saber lo orgullosa que estás por ir. Tienes que hacer que sepan que si apuestan por ti habrán ganado no solo a una vencedora, sino también a una aliada del Capitolio... aunque sea falso- me insta mi madre muy seriamente.  

- Lo hare, lo prometo- asiento con la cabeza con convicción.

Aparecen los agentes de la paz para decirnos que se ha acabado el tiempo. Mi madre y mi hermano besan mis mejillas y me abrazan. 

- Os quiero a todos, decídselo a papá.

Me dejan sola en la sala. En ese momento me desplomo sobre el sofá. Observo el anillo durante un buen rato. Después lo coloco en mi dedo corazón. Sé que nos dejan llevar algo del Distrito a los Juegos así que este anillo será lo más valioso sentimentalmente que tendré conmigo. El único recuerdo de casa.  



73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADAWhere stories live. Discover now