Noventa y ocho

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Todos se han ido ya en aerodeslizador hasta el Distrito dos. Puede que no vuelvan hasta mañana. No me gusta quedarme atrás, se supone que yo debería estar allí con ellos apoyando la causa. De todas formas estoy aquí, no hay forma de que vuele por el cielo y llegue hasta su aerodeslizador para entrar en el él, ni nada por el estilo. Lo mejor es quedarse y redimirse. Trataré de hacer todo lo que pueda para entretenerme. 

- ¡Plutarch!- llamo mientras lo veo caminando unos metros por delante de mi. Él se detiene al oír mi voz y después se gira-. ¿Puedes darme la carta que el hombre ese, Ashlar, decía que había metido en mi casco? Quiero leerla. 

- Oh, sí- dice rebuscando en los bolsillos de su uniforme del trece. Saca un sobre un poco desgastado y me lo entrega-. Aquí tienes. Puedes dejarla en tu compartimento, ahora te necesito en el hospital. 

Asiento y camino hasta el compartimento. Guardo la carta en mi cajón de la cómoda y veo el cuaderno y el boli que me dio Gala en el tren para que apuntara cosas. Lo saco. Va a ser muy útil para usarlo con Peeta, él presentó una muy impresionante colección de cuadros como talento durante la Gira de la Victoria. 

- ¿Cómo va a funcionar esto?- pregunto a Plutarch mientras me guía por el hospital hasta la habitación en la que tienen a Peeta. 

- Vas a entrar y hablar con él. Supongo que tienes un plan preparado- asiento en respuesta-. Yo voy a estar observando junto con un grupo de psiquiatras. Si algo pasa te abriremos la puerta para que salgas, si queremos que salgas te mandaremos un mensaje a tu brazalector. 

- ¿Voy a tener total libertad ahí dentro?- le pregunto seriamente. 

- No puedes pegarle ni nada, si a eso te refieres- advierte. 

- No me refiero a eso...

- Está bien, tenemos que terminar temprano, esta misma noche vamos a transmitir la propo en directo. La vamos a ver todos, puedes verla en la sala de mando. 

- Está bien. Voy a entrar- aviso mientras me acerco a la puerta. Él asiente y entra por la suya. Suspiro mientras pongo la mano encima del pomo y abro lentamente-. ¿Peeta?- pregunto. Él gira la cara hacia mi. Tan solo fue ayer cuando lo intentaron con Prim, no sé si puedo esperar que la cosa vaya mejor. Está un poco menos delgado que cuando lo rescatamos, pero no demasiado. Queda mucho recorrido por hacer y yo voy a formar parte de ese recorrido de recuperación... o lo voy a intentar-. ¿Sabes quién soy?- le pregunto acercándome a su cama. No puedo evitar que la mirada se me desvíe hasta las correas negras que sujetan su cuerpo contra la cama.

- No- dice simplemente mientras me inspecciona de arriba a abajo con la mirada. 

- Me llamo Kora... y traigo un regalo para ti- me presento mientras me acerco a él hasta estar pegada a la cama. 

- ¿Un regalo?- pregunta él ahora centrando toda su atención en mí. 

-Sí. ¿Me harás algo si te quito las correas?- le pregunto alargando las manos hasta tocarlas. 

- ¿Te doy miedo?- pregunta frunciendo el ceño. 

- Oh, no. Solo soy una persona demasiado cuidadosa, ¿sabes?- comento mientras desato las correas. No puedo decirle que tengo que tener cuidado después de lo que le hizo a Katniss. Por eso he decidió achacar mi prudencia a mi, no a él. Cuando termino de quitarle las correas me vuelvo a incorporar-. ¿Te importa si me siento en tu cama?- pregunto señalándola. 

- No- dice sentándose con la espalda recta. Me siento en la cama y lo miro extendiendo los brazos frente a mi para enseñarle el regalo. 

- Este es tu regalo- le explico-. He oído que te gusta pintar y... que se te da muy bien- él toma la libreta y el bolígrafo. Afortunadamente ya he arrancado las paginas que contenían información sobre el Vasallaje. 

- ¿Puedo comenzar a pintar?- pregunta revisando el cuaderno. 

- Por supuesto- respondo con una sonrisa. Él comienza a hacer un dibujo enseguida-. Yo no sé pintar paisajes, ni animales. Soy más buena pintando maquinas y objetos- comento mientras él sigue concentrado-. ¿Qué estás pintando?- le pregunto mientras alzo la vista. 

- Un paisaje de árboles...- responde. 

- ¿Puedes, cuando termines, pintar una caracola en mi brazo?- le pregunto tratando de sonar muy ilusionada. 

- Claro- responde inseguro. Me quedo sentada en silencio hasta que él vuelve a hablar-. ¿Conoces a Katniss? 

- No mucho... creo haberla visto por aquí alguna que otra vez- respondo encogiéndome de hombros. 

- Debes tener cuidado con ella- advierte sin levantar la vista del cuaderno. 

- No me parece que sea mala persona- aseguro. 

- Ella es un muto- contraataca. 

- ¿Cómo estás seguro de eso?- le pregunto frunciendo el ceño. Él levanta la vista y me mira a los ojos durante unos segundos, creo que está pensando. 

- No lo sé- dice inseguro tratando de encontrar alguna razón. 

- Cuando lo sepas seguro... me dice el por qué- digo cruzando las piernas encima de la cama-. ¿Has terminado el dibujo? 

En lugar de responder me lo muestra. Mi boca cae abierta. Es muy bonito, pero un poco... tétrico y melancólico. 

- Es precioso, Peeta. Puedo preguntar para que podamos colgarlo en la pared...- digo girando la mirada hasta una de las blancas paredes. 

- ¿Quieres que te pinte ya la caracola en el brazo?- pregunta cerrando el cuaderno y dejándolo sobre la cama. 

- Sí- digo remangándome el mono para que se me vea el antebrazo. Lo extiendo hacia él, pero sé congela y mira mi brazo. Bajo la mirada. Oh, oh. Tengo la muñeca lila por los moretones que crearon los grilletes de la silla. 

- ¿Qué te ha pasado?- pregunta mientras comienza a pintar mi brazo con el bolígrafo. Hace cosquillas contra mi piel. Es una sensación agradable. 

- Cuando te estábamos rescatando, Snow me secuestró- le cuento-. Snow es malo, Peeta- le digo en un susurro. 

- ¿Cómo estás segura de eso?- pregunta repitiendo la pregunta que yo le hice antes. 

- Os secuestró a Annie, Johanna y a ti. También había secuestrado a mi hermano de cinco años y después me secuestró a mi- respondo seriamente-. Son más razones de las que tienes tú contra Katniss. 

- Pero ella es un muto- me recuerda-. No sé por qué, pero está aquí, en mi cabeza. 

- A veces solo creemos lo que queremos creer- digo con voz solemne. 

- Ya está- dice retirando el bolígrafo de mi antebrazo. Observo el dibujo de la caracola. Mi brazalector pita y leo el mensaje. 

- Es preciosa, gracias. Ahora me tengo que ir... Nos vemos otro día- digo tomando la libreta. 

- ¿Traerás la libreta y el bolígrafo?- pregunta algo esperanzado. 

- Por supuesto- respondo antes de salir de su habitación. 

Plutarch está que no cabe en sí de felicidad. Creo que va a comenzar a saltar de alegría por todo el hospital. Él no deja de repetir que tenemos que volver a hacerlo. 

¡HOLA! ¿ME PODEIS COMENTAR EN LOS CAPITULOS SI VEÍS ALGUNA FALTA DE ORTOGRAFÍA O ERRATA? ES PARA QUE TODO EL MUNDO PUEDA LEER EL CAPITULO BIEN, SIN TENER QUE AVERIGUAR QUE PALABRA TRATABA DE PONER O ALGO... MALDITO CORRECTO. 

73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADAWhere stories live. Discover now