Noventa y seis

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Ni siquiera paso por el compartimento antes de irme al baño. Me quedo debajo del agua durante un montón de tiempo con las manos apoyadas en la pared de la ducha. Ni siquiera me importa que el agua esté helada, al menos eso calma lo caliente que están mis hematomas. Estoy destrozada. No hay un espejo de cuerpo entero, pero tan solo tengo que mirar hacia abajo, y hacer un poco de contorsionismo con el cuello, para ver todas las manchas lilas y alargadas que cubren mis costillas. Obviamente, después de veinticuatro inyecciones, ya no me duelen las costillas porque estén rotas, ahora me duelen todas esas señales sobre mi piel. Mirarme me duele en el corazón. Me siento marcada como una de las vacas del Distrito diez. Bueno, como una vaca marcada por todos lados. Cada una de las marcas es el recuerdo de un grito. No me permití llorar, pero grite hasta que me quedé sin voz. Es muy triste que la única razón por la que no me he suicidado todavía es porque no quiero hacer daño a nadie, todavía queda gente que me importa y a la que no quiero hacer daño. En uno de los libros que teníamos en casa encontré un poema que alguien había escrito, no tenía firma, pero me puedo sentir identifico con él. Creo que al menos la chica debía de conocer tanto dolor como yo... 

Hay una chica en el espejo, 

me pregunto quién es ella. 

A veces creo que la conozco, 

a veces deseo conocerla. 

Hay una historia en sus ojos, 

poesias y despedidas. 

Cuando ella me mira, 

puedo decir que está herida. 

Siempre actuo de forma que hago parecer que no es nada, que estoy bien. Cuando en realidad está rompiéndome el corazón. 

Una vez oí a Finnick decirle una cosa a Effie sobre mi. Ella estaba muy contenta por ver como me comportaba ante las cámaras. Por supuesto Finnick creía que no lo oía, pero sí. ¿Ves esa chica? Parece feliz, ¿verdad? Hace bromas, sonríe... Está muriendo por dentro. Está dolida y cansada. Pero ella no actúa de forma dramática, ni se hace la débil, ni pretende llamar la atención. Ella se lo guarda todo dentro. Actúa como si todo fuese perfecto. Así todo el mundo piensa que ella es la persona más alegre y feliz que han conocido. Pero si tan solo supieran la verdad... 

Ellos no sabían que yo estaba escuchando, pero ahora que Finnick se ha quitado la máscara de seductor... es el mismo, y no le importa decir lo que piensa. No me gusta que Finnick trate de explicarle a la gente lo que he sufrido, no me gusta que vaya por ahí haciendo de portavoz de mis sentimientos, pero el me quiere, o eso creo. 

- ¿Ya has estado en los baños?- pregunta Gale cuando llego al compartimento.- Estaba esperando a que llegaras de grabar la propo. 

- Lo siento...- digo lentamente. Iba a añadir la verdad que es algo como: me sentía demasiado sucia, necesitaba ducharme. Una frase que hubiese sido demasiado para el tiempo que nos conocemos. 

- No pasa nada. ¿Ha ido bien?- pregunta recogiendo su propio neceser del cajón de la cómoda. 

- Sí- digo quedamente. 

- Voy a ir a los baños ahora- dice levantándose.- Quiero hablar contigo cuando vuelva. 

Cuando se ha ido me quedo muy quieta mirando hacia la puerta. ¿Por qué quiere hablar conmigo? Nos hemos visto en la cena. A penas hace más de una hora de eso. Tampoco es que tarde mucho en volver de nuevo. Ni siquiera creo que llegue a quince minutos el tiempo que ha tardado. Y yo sigo en el mismo lugar. 

Me doy cuenta justo cuando vuelve a entrar. Tengo que ponerme el camisón de dormir. Lo tomo de la cómoda y me traslado hasta mi cama de cara a la pared, para tratar de ocultar las marcas. Noto algo en mi espalda y giro la cabeza por encima de mi hombro. Gale pasa los dedos por mi costado. 

- ¿Qué haces?- pregunto en un susurro. Él no responde y bajo la cabeza para mirar por debajo de mi brazo lo que está tocando. Una marca. De color lila y con la forma de la porra extensible. Es una línea recta y dolorosa.- No tenías porque ver eso- susurro, más para mi misma que para él. 

- Como si no las hubiese visto ya en el hospital- responde secamente. Me alejo de él y los músculos se me tensan. 

- ¿Estás enfadado conmigo?- pregunto asustada. 

- Contigo no. Con ellos... por hacerte esto- dice volviendo a rebajar el tono. Me cubro con el camisón rápidamente no queriendo alargar más este momento. 

- Te vi en la plaza...- confieso.- frente al Edificio de Justicia del Distrito doce. Vi como te ataban al poste de latigazos y...- me detengo bajando la mirada. No me creía lo que estaba viendo en la televisión en ese momento. Normalmente los castigos solo eran presenciados por el mismo Distrito en el que se impartían y ni siquiera eran televisados. Conté cada uno de los latigazos, y vi la interrupción de Katniss-. Han hecho sufrir a mucha gente. No soy la única. 

- ¿Por qué no me dijiste lo del Capitolio?- pregunta cambiando de tema. Abro los ojos de par en par por la sorpresa.- Sí, han estado emitiendo la propo de Finnick desde que la emitieron en directo, Plutarch quiere asegurarse de que todos los ciudadanos de Panem se enteran de los secretos de Snow. 

- No tengo la obligación de confiar en ti...- susurro retrocediendo, aunque choco contra la cama rápidamente, el compartimento es muy pequeño. 

- Te dije que podías confiar en mi- dice realmente dolido. 

-  Ya sé que puedo confiar en ti... no es que no lo haga- contraataco.- Todavía no estoy preparada- le digo. 

Después no hablamos nada más, simplemente cada uno se queda en un lado del compartimento hasta que se apagan las luces y es hora de irse a la cama. Pero no puedo dormir. Tampoco pude en el hospital, mucho menos cuando se me estaban curando las costillas después de las inyecciones. 

- Gale, ¿sigues ahí?- le pregunto como hacía en el hospital. 

- Sí- responde con la voz ronca. ¡Genial! Debo de haberlo despertado. 

- Tengo miedo- susurro. Gale no me escucha, ha vuelto a quedarse dormido. Me siento en la cama, retiro la manta y bajo. Camino despacio por el compartimento, hasta tocar la puerta. 

- ¿Qué haces?- pregunta Gale de repente. Doy un saltito en el sitio y noto como el corazón se me acelera. Me ha dado un susto de muerte. 

- No puedo estar aquí- le digo sin girar la cabeza. No responde, así que decido girarme. Noto el nudo en mi garganta. Cada vez que cierro los ojos aparece un monstruo en mis pesadillas. Está hecho de sombras, pero puedo ver la porra extensible en su mano y oigo los gritos de mi hermano de fondo-. No puedo...- comienzo a decir con voz temblorosa, ni siquiera soy casi capaz de terminar la frase- no puedo...- vuelvo a repetir. Me apoyo en la puerta y me dejo deslizar hasta quedar sentada en el suelo. Estoy jadeando un poco, me cuesta respirar y me llevo las rodillas al pecho envolviéndome a mi misma, creando una barrera física entre el peligro y yo. 

- Está bien- dice Gale acercandose a mi como si fuese un animal asustado-. Estás a salvo- dice tranquilamente apoyando una mano sobre mi rodilla. Niego con la cabeza-. Estamos en nuestro compartimento- dice señalándolo-. No pasa nada. Ven- me tiende la mano y la acepto. Me ayuda a levantarme y me guía hasta su cama- Puedes dormir en la mía si eso te hace sentir más segura. Voy a quedarme despierto toda la noche vigilando. 

- ¿Toda la noche?- pregunto insegura mientras me acuesto. Está caliente y en el lado contrario del compartimento, por lo demás es igual que la mía. Me tapo con la manta y suspiro. Después siento la mano de Gale acariciando mi pelo. 

- Toda la noche- responde Gale. 

Love is in the air ❤️ Aquí dejo el nuevo capitulo. Poesía mitad de mi cosecha, es traducida y he cambiado palabras para que sueno mejor en español. Yo creo que ha quedado muy bonita. Soy fan de ese poema, la verdad. 

73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora