Treinta y uno

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Acercarse al lugar de la muerte aparte de ser peligroso sería algo depravado. Solo un enfermo se acercaría para ver el cadaver. Sumándole a eso que solo se llevarán el cuerpo cuando no haya tributos delante, por lo que me giro sobre los talones y me voy. 

Me da verdadera pena que la chica haya muerto... es una menos, lo sé, pero es triste. También es triste que no haya dejado la mochila que llevaba colgada en la espalda sobre la nieve segura de la orilla del lago. Tal vez tuviese comida o algo para hacer fuego. Necesito hacer fuego, necesito comer y beber. 

A medida que avanzo más entre los árboles me doy cuenta de que el hambre crece dentro de mi. Nunca me ha faltado la comida y estoy más que agradecida por ello, menos en estos momentos. Tengo comida, si es que la carne seca cuenta, pero antes de llevarme un pedazo de eso a la boca necesito agua y para conseguir agua necesito fuego. 

Saco uno de los cuchillos y comienzo a raspar con la hoja el tronco del pino para tratar de sacar algo de yesca del tronco y poder hacer una fogata fácilmente. 

Alguien tira de mi mochila fuertemente y caigo de espaldas en la nieve. Me pego un puñetazo mentalmente. Con el ruido del cuchillo raspando la madera no he oído nada. 

Me sorprendo durante un segundo cuando encuentro que es Oceanus. Solo durante un segundo, porque justo después recuerdo que ayer me persiguió casi incansablemente. 

Barro con mi pierna sobre la nieve y choco contra las piernas de Oceanus haciendolo caer también a él. Me levanto antes que el de la nieve y lo observo desde arriba. Tiene los labios lilas, su pelo está completamente tieso y su ropa brilla como si hubiese capas de hielo por encima. 

Oceanus intenta levantarse de la nieve y tras varios intentos lo logra. No esperaba que lo lograra, pero lo ha hecho. 

- ¿Por qué no me has matado cuando estaba en el suelo?- pregunta mientras los dos giramos en círculos. ¿Quién atacara antes? 

- No es mi estilo- le digo tratando de darle un aire de superioridad a la frase. En realidad si es mi estilo, pero no creía que logrará levantarse. 

- Yo lo habría hecho- admite sin vergüenza. Esboza una pequeña sonrisa que estira sus labios de color púrpura. 

- Deberias de haberte quitado la ropa después de tirarte al lago- le digo tratando de distraerlo. 

- Yo no tenía una mochila como tú- dice antes de atacarme. Es torpe. El frío, la deshidratación, la falta de comida... lo hacen torpe. Esquivo su primer golpe y cambiamos de lugar.- He tenido que robarle a la del seis después de que muriese. Los profesionales ni siquiera se han molestado en llevarse sus cosas- comenta antes de volver a tratar de asestarme un puñetazo. Eso explica cómo ha conseguido la mochila que cuelga de su espalda. 

Esquivo uno de los puños y bloqueo otro con el antebrazo. Ninguno de los dos menciona durante la pelea la idea de hacernos aliados. Sería absurdo dado que ninguno de los dos quiere. 

Uno de mis puños hace contacto con su estomago y después se dobla cuando expulsa todo el aire de sus pulmones. Ahora, Kora. Me dice Philips en mi mente. Empujo la parte trasera de la pierna de Oceanus y cae al suelo. Antes de que pueda tan siquiera sacar un cuchillo un pequeño río de sangre brota por detrás de su craneo y corre por encima de la blanca y pura nieve. Suena un cañón. Eso es lo que vale la vida de cualquiera de estos chicos, un cañón. Eso es lo que puede que valga la mía. 

Sin perder tiempo muevo los brazos de Oceanus y tomo la mochila de detrás de su espalda con algo de esfuerzo. La parte de detrás de su cabeza está... destrozada. Ha caído sobre una roca en el suelo, ni siquiera sabía que ahí había una roca, ha sido mala suerte. 

- Lo siento, Oceanus- digo justo antes de alejarme del lugar con la nueva mochila en la mano. 

Las lágrimas no caen de mis ojos. Siento pena por él, pero a mi me han enseñado e inculcado que en los Juegos son ellos o tú. Vives o mueres. 


73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADAWhere stories live. Discover now