Cuarenta y cuatro (PARTE 2)

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Esta es la segunda parte. Es decir, como si fuese un segundo libro. Incluye la parte de la Gira de la Victoria y ella siendo mentora correspondiente a los 74º Juegos del Hambre, así como la parte que corresponde a "En llamas". Todo en esta parte. 

-----------LA VENCEDORA (PARTE 2)------------

Han pasado días desde que he vuelto a casa. Bueno, ahora tengo una nueva casa y vivo sola. Lo cierto es que paso la mayor parte del tiempo en casa de mis padres disfrutando de estar en familia. Solo tengo quince años, ¿para qué quiero una casa? 

Adaptarme a la vida de una vencedora me está costando. Eso de no tener que ir a trabajar todos los días me está convirtiendo en una persona con energía acumulada y sin ganas de nada. Bueno, ayer fui a nadar por la mañana y creo que voy a hacer eso todos los días. Lo peor son las noches... las caras de los chicos y chicas rondan por mi mente y oigo llantos en mi cabeza mientras trato de dormir. 

A pesar de esos problemas privados que nadie conoce, ni siquiera mis padres, todo el Distrito está feliz, todo el mundo me saluda por la calle como si me conociesen de toda la vida... aunque no conozco ni a la mitad. 

Estoy sentada en el sofá del salón de mi nueva casa cuando alguien llama a la puerta de entrada con dos golpes. 

- ¡Adelante!- grito desde el sofá mientras me giro para mirar hacia la puerta. 

Quien entra en la casa no es Peter como yo esperaba. Sino Finnick Odair, el amante de Panem. Con su bronceada piel, su pelo rubio y sus ojos verdes. ¿Quién diría que no podemos ser hermanos? Si no fuese porque mi pelo es más blanquecino y mis ojos más claros. 

- Kora Seasse- dice esbozando su sonrisa de seductor mientras irrumpe en el salón de mi casa. 

- Finnick Odair- digo imitandolo. Él me guiña un ojo y sigue abanzando hasta el sofá. 

- La reina de hielo se ha derretido- dice Finnick cuando se sienta junto a mi sin tan siquiera haberlo invitado. Pero, ¿a quién pretendo engañar? Es Finnick. 

- Por favor- digo rodando los ojos.- No me llames eso. Lo odio. 

- Tranquila. Solo venía a darte la bienvenida a la calle y a darte las gracias por cuidar de Annie durante los Juegos- dice sinceramente. 

- Oh, creo que ha sido ella la que me ha ayudado con los patrocinadores...- comienzo a decir. 

- No, en realidad fueron los patrocinadores los que se acercaron a ella- admite.- Gracias por no haberte portado mal con ella... ha sido un detalle por tu parte teniendo en cuenta las circunstancias. 

- No te preocupes. Annie me cae muy bien, es muy buena persona... 

- Gracias. Supongo que pronto te irás en la Gira de la Victoria. 

- Eso parece. No me he llegado a acostumbrar a estar aquí y dentro de poco me voy a ir... otra vez-comento sin tapujos. 

- Eso solo va a ser el principio. Les has gustado... y no digo solo al público, sino a los administradores- me advierte seriamente. 

- ¿A qué te refieres?- le pregunto entrecerrando los ojos. 

- Van a querer usarte como... "acompañante"- dice formando comillas con sus dedos. 

- Acompañante- pronuncio lentamente.- ¿Para acompañar a...?- pregunto irónicamente. 

- Acompañar a nadie- responde enfadado. Pero, ¿ahora qué he hecho?.- Para usarte como... como... amante. 

Abro la boca y la cierro una y otra vez. No sé que decir. Amante. Supongo que ya sabía que algo pasaba con Finnick porque él pasa más tiempo en el Capitolio que en el Distrito 4. 

- ¿Y si me niego?- pregunto enfadada. 

- Matarán a tu familia... uno a uno- advierte seriamente. 

Me tapo la boca con las manos y se me emborrona la vista. En el cuatro la gente muere por robar... No se andan con tonterías así que creo a Finnick completamente. Eso es lo que ha pasado con su familia por eso Mags ha sido como una madre para él y Annie tampoco tiene familia... 

- Vale, vale... Lo solucionaré. Haré lo que sea- aseguro mientras me levanto del sofá y me muevo de un lado para otro. 

- No tiene porque ser ahora mismo, tal vez dentro de unos meses o años... no se sabe- trata de decir para tranquilizarme. 

- Tienes razón, todo está bajo control de momento. Menos mi sueño... ¡Genial! 

- Te puedo ayudar con eso...- dice mientras me agarra del brazo y me lleva a rastras por la casa hasta salir por la puerta principal. 

- No se te ha ido la cabeza, ¿verdad?- pregunto irónicamente mientras salimos de mi nueva y bonita casa de piedra a la calle de la Aldea de los Vendedores. 

Entonces mientras Finnick tira de mi brazo para bajar las escaleras veo a Mags Flanagan salir de su casa. La mujer me sonríe y yo la saludo con la mano. Finnick también la saludo, tan solo para después seguir tirando de mí. 

- ¿Adónde vamos? ¿Puedes caminar de forma normal sin arrastrarme? La gente se nos va a quedar mirando...

Entonces Finnick cambia de postura y comienzo a caminar a su lado porque no tengo más remedio si quiero que deje de tirar de mi. 

- Vamos a la casa del médico. Y... todo el mundo nos va a mirar de todas formas- responde esbozando esa sonrisa seductora suya. 

La casa del médico no es donde se atiende a la gente. Hay un hospital para atender a todo el mundo del Distrito cuatro, es necesario porque hay mucha gente que tiene accidentes en los barcos o los simples pescadores que lo hacen en la orilla. 

Sin embargo el médico guarda medicinas en su sótano, que según dicen tiene una consulta allí más privada por la que cobra dinero. Pero no lo sé, nunca he tenido que ir al médico. 

En efecto el hombre que nunca en su vida se ha dedicado a trabajar en el mar... me da un bote de cristal lleno de pastillas y me advierte. Solo una al día, nada de tomar más de una... 

Claro está que el médico puede una gran cantidad de dinero por el bote... y se lo doy porque no sé que hacer para poder pegar una cabezada desde que llegué aquí. 

- Gracias, Finnick- digo mientras volvemos a la Villa de los Vencedores. 

- No me las des... porque vas a acabar necesitando esas pastillas durante el resto de tu vida- me advierte con pesar. 

No importa porque si no duermo, no vivo. 

73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADAWhere stories live. Discover now