Ochenta y siete

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Gale no está en el comedor. Espero en la cola sola y paso mi antebrazo por debajo del escáner para que den mi comida. Los platos van cambiando cada día para que no repitamos, pero a mi todo me sabe más o menos igual. Aunque no me quejo, porque para el momento yo podría ser una masa de carne pudriéndose en el lugar al que decidiese tirarme el Capitolio. 

Puede que Gale siga enfrascado en una importante conversación con Beetee. O que simplemente esté tan entretenido jugando a ser creador de objetos... muy mortales que ha perdido la noción del tiempo, aunque tenga el horario tatuado en el brazo. Cuando la madre de Gale me pregunta le digo lo que se supone que ha estado haciendo esta tarde. Cuando dejo mi bandeja sobre las demás veo a Katniss y a Gale entrando en el comedor. ¿Ya le han dado el alta? Si que se cura rápido esta chica. 

Me meto entre la gente para salir del comedor y me dirigo de nuevo hacia el hospital. Nadie dijo que hubiese horario de visitas, realmente, por lo que entro en la habitación de Finnick. 

- ¿Has cenado ya?- le pregunto mientras cierro la puerta detrás de mi. Él asiente con la cabeza en respuesta y enciende la televisión. 

- Van a volver a poner de nuevo la propo- me dice mientras el titulo de la propo aparece en la pantalla y esta vuelve a reproducirse. 

Me dejo caer a su lado en la cama y el de buena gana se hace a un lado para dejarme espacio. 

- Ni se te ocurra hacerme nudos en el pelo. Mi hermano se puso a jugar una vez y mi madre tardó tres horas en desatarlo- le advierto alzando la vista hacia él. 

Vemos de nuevo la propo. Sigue siendo la misma que vimos antes, pero como no hay otra cosa que ver... 

- Vamos a apagar la televisión... no es bueno que veamos esto tantas veces- digo mientras me incorporo en la cama. 

- ¡Espera!- dice Finnick señalando la pantalla. Giro la cabeza y mi boca cae abierta. Peeta ha perdido un montón de peso... los ojos no tienen vida y además le tiemblan las manos. ¿Pero cómo está así? ¿Qué le han hecho? 

- Finnick...- comienzo a decir con voz temblorosa.- No deberías ver esto... 

¿Y si Annie está igual? Es el primer pensamiento que va a rondar por la mente de Finnick. Si Peeta está así, Johanna y Annie pueden correr la misma suerte. La propo se termina mientras trato de pensar con claridad, o al menos, poder pensar. 

- Finnick. Tú no has visto esto, ¿vale?- le digo seriamente mirándole a los ojos, bajándome de la cama y tomándole por las manos.- No has visto nada- repito. Él asiente lentamente sin entender muy bien por qué estoy diciéndole eso. 

Plutarch me encuentra mientras camino de vuelta a mi compartimento. Me hace un gesto con la mano y eso es suficiente para entender que quiere que lo siga. En Mando nos dicen que mañana vamos a salir de nuevo. Al parecer hay que hacer que Peeta vea lo que le ha pasado al Distrito doce. Una nueva propo. Katniss está más que segura de que es lo correcto y yo opino lo mismo. Peeta necesita saber la verdad, aunque le va a doler un montón y ni siquiera sé si va a estar lo suficientemente bien como para entender las imágenes. 

- Soldado Hawthorne, soldado Seasse- nos llama la presidenta Coin mientras todo el mundo abandona la sala de mando. Boggs está a su lado y es él quien nos devuelve los brazalectores. Todo un logro el poder volver a llevar esos brazaletes de metal tan bastos, supongo. 

- Esto no le va a gustar a Katniss- confiesa Gale mientras volvemos a nuestro compartimento. 

- ¿Por qué?- pregunto confundida.- Solo es un chisme que pita cada vez que nos reclaman- bromeo. Ni siquiera consigo que esboce una sonrisa. 

- Cree que Coin y yo somos mejores amigos- me explica. 

- Sí, claro. Super mejores amigos...- le digo yo bromeando.- Lo acabará entendiendo. Se acabará dando cuenta de que estás de su lado. 

- No estoy tan seguro- murmura antes de que salgamos del ascensor. 

- No te pongas melancólico hasta que no lleguemos a nuestro compartimento y te enseñe unos magníficos ejercicios sobre bombas que nos han mandado durante el entrenamiento militar- le digo apoyando una mano sobre su hombro. 

- No he estado en entrenamiento militar- me dice extrañado. 

- Yo sí, y la entrenadora nos ha mandado los ejercicios a todos. Me ha dado los tuyos para que te los de. Créeme, vas a necesitar mi ayuda porque no estabas hoy. 

Efectivamente, necesita mi ayuda. Aunque se acuerda muy bien de la lección anterior y me confiesa que esta trabajando con Beetee en bombas también, por lo que no vamos nada mal. Ninguno de los dos entendemos muy bien por qué los hacemos, dado que mañana no vamos a estar aquí, al menos por la mañana, pero los hacemos por si acaso y... porque no hay nada más con lo que entretenerse y es una buena tarea para distraer a Gale. 

- La siguiente... ¿cuánto alcance tiene una granada de fusil?- lee Gale en voz alta.- Son ciento cincuenta metros, ¿no?- pregunta girándose para mirarme y esperar mi aprobación. 

- No, son de trescientos metros- lo corrijo-. Las de ciento cincuenta metros eran las anteriores... las más antiguas. 

- La siguiente...- comienzo a decir yo-. ¿Qué debemos de hacer cuando se lanza una granada?- levanto las cejas para indicarle a Gale que espero su respuesta. 

- Lanzarse al suelo, porque la explosión es hacia arriba y se crea un radio muerto a ras de suelo- responde muy convencido. 

- Perfecto- respondo chasqueando la lengua y escribiendo la respuesta en mis hojas. 

Las información sobre las granadas las he sacado de internet. Las culpas a internet... ¡Gracias! 

73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADAWhere stories live. Discover now