Cincuenta y cinco

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Nada más levantarme elijo la ropa del armario. Esta vez he escogido pantalones. Me vuelvo a maquillar en el baño tal y como Gala me enseñó ayer y salgo para desayunar. 

- ¿Puedes contarnos que vamos a hacer hoy?- pregunta Marina desde su lugar en la mesa. Gala también les ha prohibido los postres a ellos. 

- Vais a ir a entrenar con los demás tributos. Primero os darán una especie de charla o consejo... y después podréis elegir el puesto al que queréis ir. Ellos os dejan algo de libertad allí dentro así que puedes elegir qué practicar. Mi consejo es que cambiéis de puesto cada cierto tiempo. Si no aprendes a hacer lo que se enseña en el puesto en dos horas os vais a otro. No quiero que seáis cabezotas y os paséis todos estos días aprendiendo a hacer un refugio... Después comeréis todos juntos en un comedor. Tenéis dos posibilidades: socializar o no- explico mientas desayunamos. 

- Es evidente que tú socializaste- dice la chica. Hago contacto con su oscura mirada. Un montón de recuerdos me vienen a la memoria.- A tí no te fue nada mal. Ganaste. 

- Tienes razón, pero esa es vuestra decisión. Hay muchos tributos en la historia que no tuvieron aliados y ganaron- les recuerdo. 

- Como tú has dicho... es nuestra decisión- dice Marina con algo de fastidio. 

- ¡Hora de irse!- dice Gala levantándose de la mesa y lista para escoltarlos. 

- Suerte chicos...- digo girándome en la silla. 

Cuando todos se han ido una avox llega hasta mi para entregarme una carta con el sello del Capitolio marcado en cera roja. 

Se requiere la presencia de Kora Seasse en el vestibulo del Centro de Entrenamiento en una hora. 

Presidente Coriolanus Snow. 

¡Joder! Esto debe de ser importante. Me detengo un segundo a pensar... ¿Y si es así como Snow entregaba a Finnick como amante? ¡Oh, Dios! La cosa no pinta bien... 

Me paso la siguiente hora sentada en uno de los sofás con la carta en la mano. Tengo ganas de destruirla, quemarla, hacerla cenizas y tirarlas por el váter. 

Cuando veo que faltan unos minutos par que se cumpla la hora me levanto y camino hacia uno de los ascensores. Dos escoltas me persiguen por los pasillos. Supongo que no puedo vagar por ahí a mi antojo, seguramente porque me podría escapar o algo. 

Si no haces lo que te dice mata a tu familia. A tus seres queridos. A la gente que te conoce. 

Suspiro en el ascensor antes de salir de él y prepararme para ser todo un encanto con gente que no me gusta. Uno de los escoltas del capitolio me recibe en el vestíbulo. 

- Sígame señorita Seasse- me pide el hombre. Respondo con una sonrisa y lo sigo hasta salir del Centro de Entrenamiento por las puertas principales de cristales. Un coche nos espera a unos pasos de la puerta. El escolta abre la puerta para mi y me meto dentro. 

En el interior no hay nadie. El escolta comienza a conducir el coche por las calles del Capitolio y se detiene minutos más tarde frente a un edificio de tres plantas y totalmente acrisolada con ventanas de espejo. 

El escolta abre la puerta y me guía por el camino de entrada que está bordeado por un césped bien cortado y unos arbustos con extrañas formas. 

Una avox abre la puerta del edificio y cuando entramos me doy cuenta de que no es un edificio, sino una única casa. Me doy de tortas en la cara.... ¿Cómo iba a enviarme el presidente a alguien que fuese visto como un pobre en el Capitolio? Pues claro que me tenía que mandar a la casa de uno de sus administradores...

73º Juegos del Hambre (Todos los libros) TERMINADAWhere stories live. Discover now