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Las semanas pasaban y la rutina de Guillermo continuaba con subidas y bajadas constantes, aunque estaba orgulloso de poder decir que había más subidas.

A pesar de que sentía que una parte de él no volvería a estar completa hasta que Samuel saliese del hospital, daba lo mejor de si para amoldarse, incluso hasta más. Se había obligado a centrarse durante el día en la universidad y en el trabajo, logrando recobrar lentamente el ritmo que solía tener y poder dedicarle las noches a su chico, a quien le dedicaba las mejores palabras cada que volvía a su departamento luego de un largo y arduo día. Quería componer su vida antes de que Samuel saliese y, de esa manera, darle la seguridad de que todo estaba y estaría bien a partir de ahora, que no tenía que preocuparse por nada más que por sentirse bien y retomar sus estudios y el trabajo, que podría hacerlo si solo se lo proponía.

A pesar de que gran parte del día y casi todas las noches lloraba a escondidas del mundo, estaba dando todo para recuperarse de aquel golpe que el mismo Samuel le había dado

Y en el camino, sus estantes se llenaban de cuadernos que traía del hospital semana tras semanas, cuadernos que guardaba con cuidado cada que llegaba para evitar romperlos. Eran una pequeña porción de su novio, una muestra de que estaba intentándolo, de que no se estaba dejando vencer, que luchaba. Eran una muestra de que, a pesar de que todo parecía ser oscuro, Samuel había logrado ver la luz que tanto él como sus padres y amigos estaban sosteniendo sobre él para que saliese a flote.

Seguía costando, pero sabía que el amor de su vida saldría de esta.

Aun había una parte de él que temía perder a Samuel, pero confiaba en que el tiempo le demostraría que no había nada que temer.

Deathbeds [Wigetta]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt