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Se sentía extraño estar tan confiado de sus acciones y movimientos, pero aún así lo estaba consiguiendo. A decir verdad, jamás se había sentido tan seguro en toda su vida, incluso más que aquella noche en la que decidió quitarse la vida. Guardó todo de la forma más ordenada posible dentro de su bolso , procurando dejar las cartas de Guillermo para el final; si quedaban por encima de su ropa, no iban a arruinarse. Suspiró una vez el cierre llegó al final de su recorrido, consciente de que estaba a punto de dar un nuevo paso que lo llenaba de miedo pero, al mismo tiempo, de seguridad y alegría.  Levantó la mirada y volvió a suspirar, más tranquilo esa vez.

Había pasado dos meses y medio allí... no podía creer que al fin estaba a punto de decirle adiós.

-¿Todo listo?- escuchó que le preguntaba Alex a sus espaldas, lo que lo obligó a girar. Rara vez veía a Alejandro sonreír y le emocionaba que esa fuese una de esas veces.

-Eso creo- aseguró, dándole un último vistazo a la habitación, asegurándose de no olvidar nada.

-¡Vamos, Samuel!- sintió la voz de Mangel meterse entre ellos, robándole una sonrisa. A pesar de que no podía verlo, sabía que cargaba con una sonrisa inmensa -¡No querrás hacer esperar a nuestros padres!- amenazó y Alex negó.

-No te preocupes, no se enfadarán- aseguró para tranquilizarlo -Tómate el tiempo que necesites, esperaremos fuera- finalizó, dejándolo nuevamente solo en la habitación. 

Samuel relamió sus labios con nerviosismo mientras miraba nuevamente cada rincón de aquel lugar, deseando no volver a tener que pasar por el.

Se había ganado el alta y se negaba a arruinarlo.

Deathbeds [Wigetta]Where stories live. Discover now