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Cuando los primeros rayos de sol marcaron la llegada del día Lunes, Guillermo ya se encontraba en lo que solía ser su antiguo departamento tomando las últimas cosas que creía importantes y que su madre había pasado por alto, como un par de adaptadores, memorias externas y documentos de la empresa en la que trabajaba. Soltó un sonoro suspiro y, repasando lo que le diría a su jefe, salió arrastrando su maleta y con la compañía de sus amigos, quienes no lo habían dejado solo ni un minuto.

A su vez, Samuel simulaba escuchar lo que el médico frente a él le decía, luchando contra aquellas voces que habían logrado calmarse pero no así desaparecer; de hecho, no lo habían dejado dormir en toda la noche. Sus ojeras lo delataban, al igual que sus ojos que amenazaban con cerrarse pero aún así no lo hacían.

-¿No quieres ver a tus padres?- preguntó el médico como hacía cada mañana, ganándose el silencio por parte de su paciente. Se negaba a hablar, pero comenzaba a sentir demasiada pena por sus padres y la situación que seguramente estaban viviendo por fuera de aquella habitación.

El profesional anotó un par de cosas en sus registros y volvió a tomar la palabra.

-También vino Guillermo a verte junto con dos de tus amigos, David y Rubén, pero llegaron muy temprano- Samuel pareció abrir los ojos al escuchar aquellos nombres. No había sabido nada de ellos en todos esos días; de hecho, creía que habían vuelto a sus actividades -Como tus padres, esperan poder verte pronto.

No entendía porque Guillermo y sus amigos aún rondaban por la ciudad, más sabiendo que todos estaban en vela por él. ¿Quién estaría en vela por él? No lo valía.

Deathbeds [Wigetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora